Esta estructura es prácticamente el único resto importante conservado del antiguo recinto murado de la medina de Túnez. Aunque su construcción se atribuye al sultán hafsí Al-Wāṯiq (1276), obedece sin duda al modelo de puertas construidas por los almohades a todo lo ancho y largo de su imperio, razón por la que la incluimos en este repertorio.
Se trata de una puerta de acceso en doble recodo, con un espacio interior adicional que mantiene la simetría de la construcción. En su frente exterior presenta indicios de haber sido cercenadas algunas de sus partes, posiblemente las dos torres que la debían flanquear. G. Marçais las supuso ochavadas. Aunque A. Daoulatli asegura que no se hallaron cimientos de esas estructuras, resulta muy improbable que una puerta urbana careciera de dichos elementos defensivos, de los que por otro lado se puede deducir su existencia por las huellas dejadas en la muralla, muy alteradas, no obstante, por la restauración realizada. Una fotografía antigua muestra un gran arco apoyando en elementos salientes que en nuestra opinión podrían ser restos de las torres. Ese arco, hoy desaparecido, podría pertenecer a una buhera, estructura ya usada en el siglo X en al-Andalus y presente en estructuras defensivas casi contemporáneas como la Bāb Ilbira o la Bāb al-Šaria en Granada.
El arco exterior de la puerta es de herradura que aparenta tener un ligerísimo apuntamiento, quizás fruto de una deformación sobrevenida. Arranca de dos pequeñas impostas con forma de nacela de piedra caliza qaddel que se prolongan en toda la anchura de la fachada. El arco y el resto de la portada son de piedra arenisca. El arco presenta un alfiz que lo enmarca y cuya parte superior está formada por un dovelaje recto horizontal. El trasdós del arco y los bordes del alfiz quedan remarcados por una estrecha franja de la misma piedra que delimita las albanegas sin marcar relieve respecto de estas. Solo el borde del alfiz marca una diferencia de planos. Encuadrando toda la composición hay dos pilastras con ligero saliente que rematan con dobles ménsulas de perfil curvilíneo rematadas por una moldura de nacela que recorre toda la parte superior del frente de la puerta, hecha igualmente con piedra qaddel.
La puerta exterior, al igual que la interior hacia la medina, está formada por un doble arco con mochetas salientes que dejan espacio para alojar las hojas de cierre de la puerta que giraban gracias a las gorroneras dispuestas en dos vigas de madera colocadas perpendicularmente a la fachada. El espacio entre este doble arco se cubre con bóveda de ladrillo.
Esta puerta exterior da paso a un espacio descubierto a modo de patio, de planta cuadrada, que queda flanqueado por otros dos semejantes cubiertos por bóvedas de arista. Frente a la puerta se dispone un nicho rectangular, similar a los que presentan los lados de los otros ámbitos de la puerta. En el lado izquierdo el espacio que queda no parece que tuviera otro acceso y quizás pudo haber estado independizado del resto formando un cuerpo de guardia. Por la derecha hay otro espacio semejante en el que se abre el arco de salida hacia el interior de la medina.
Este cuenta con una disposición semejante al exterior, tanto en la forma y disposición del doble arco y espacio para alojar las hojas, como en la organización de su fachada. El arco es también de herradura semicircular apoyado en impostas con forma de nacela. El dovelaje del borde superior del alfiz resulta en este caso convergente a un punto mucho más alejado por lo que sus juntas resultan casi paralelas.
La disposición en planta de esta puerta recuerda la que hemos supuesto para la Bab Aknaw de Marrakech, compuesta por tres ámbitos simétricos. No sabemos si allí hubo igualmente un patio en la zona central, pero quizás esta puerta de Túnez fue una réplica de la de la capital del imperio almohade. También el flanqueo de las fachadas con pilastras rematadas en dobles ménsulas curvilíneas sigue claramente el modelo de las puertas monumentales marroquíes, Marrakech como de Rabat.
Antonio Almagro