La región de Taza es un enclave estratégico situado al noreste de Marruecos, que constituye un corredor natural entre el Rif y las montañas del Atlas Medio, lo que finalmente facilita la conexión entre las llanuras atlánticas y Argelia. Tan es así que históricamente ha representado el punto de paso entre dos capitales de gran trascendencia: Fez y Tremecén. Sin embargo, la ciudad de Taza, encaramada en lo alto de un promontorio, no adquirió mayor relevancia hasta el periodo almohade, cuando en el transcurso de su avance militar por el territorio, y a la espera de finalmente apoderarse de Marrakech, ʿAbd al-Muʾmin (1130-1163) consolidó su control sobre esta región y la ciudad sirvió como base de operaciones en sus siguientes campañas. Desde entonces Taza fue un punto militarizado de gran importancia, siendo denominado en ocasiones como Ribāṭ Taza.
ʿAbd al-Muʾmin fue el responsable de amurallar el lugar y construir una mezquita aljama que se ha venido identificando con el imponente oratorio que hasta hoy se alza en el punto más alto de la ciudad histórica. Partimos así de una fundación almohade ordenada por el propio califa, si bien la fecha de su construcción plantea varias posibilidades dependiendo de la fuente. De hecho, las crónicas en ningún momento hacen mención a la erección de la mezquita sino al asentamiento urbano. En primer lugar, Rawḍ al-Qirṭās transmite que el ribāṭ de Taza fue ordenado construir en 529 H (1134-5). Por su parte, la cronología aportada por al-Bayḏaq sugiere que la región no fue tomada hasta el año 536H (1141-2), lo que obligaría necesariamente a retrasar la obra y, finalmente, ante la ambigüedad y conflictos que ofrecen algunas crónicas como al-Istibṣār, Sedra (2017) sostiene que la construcción del ribāṭ se podría retrasar hasta 547-8H (1153-4), cuando ʿAbd al-Muʾmin prepara la conquista del Magreb central. De este modo, aunque todas las dataciones se concentran bajo el mandato del mismo soberano, su relación de antero-posterioridad varía con respecto a las otras grandes fundaciones de este soberano, tales como Tinmal y las dos fases de la Kutubiyya.
Con todo, la aljama de Taza representa un tipo de mezquita cuya fisionomía ha sido marcada por el proceso de ampliación posterior, pudiendo haber sido reformada y ampliada en 1291-2 por el sultán meriní Abū Yaʿqūb (1286-1306). Incluso podría haber sido objeto de alguna otra reforma adicional bajo el gobierno de Abū ʿInān (1348-1358), quien sabemos por dos paneles epigráficos que constituyó dotaciones inmediatas para una zāwiya y un hospital. Por consecuencia de este devenir, la mezquita presenta hoy una planta con cierta heterogeneidad propia de un edificio transformado, aunque bien es cierto que mantiene un resultado simétrico y estructurado en torno a un único eje axial, lo que revela un proyecto de ampliación dotado de uniformidad. Este patrón tuvo sus precedentes, por ejemplo, en la gran aljama omeya de Córdoba.
En 1937 Boris Maslow ya planteó la evolución de la mezquita de Taza en dos fases, trazando, además, una planta hipotética de la fundación almohade. A pesar de que su propuesta todavía requiere de mayor justificación arqueológica y arquitectónica, parece en cambio ser bastante sensata y propone una sala de oración primitiva compuesta por 7 naves de 4 tramos y 1 nave transversal junto a la quibla. Esta sala se concentraba al sur del patio actual, cuya configuración coincide aparentemente con el patio almohade. De tal forma, el patio únicamente estaba ceñido por una nave a cada lado y el alminar que conocemos hoy se proyectaba hacia el exterior como un apéndice. En cuanto al frente septentrional, mantiene que las crujías actuales ya podían existir al igual que un acceso en el eje longitudinal. En relación con las entradas laterales, Maslow sugiere que no solo habrían sido demolidas al añadir posteriormente una nave más por cada lado, sino que, además, habrían cambiado su posición (tramo). Así, aunque no queda claro en qué evidencias se apoyó, para él dos accesos deberían haber existido coincidiendo con el tramo más meridional del patio, coincidiendo con las parejas de arcos trasversales que arriostran las naves laterales.
En un trabajo monográfico posterior, Henri Terrasse planteó aproximadamente la misma transformación, si bien, y con cierta discordancia entre lo que escribe y lo que dibuja, su reflexión siguió profundizándose algo más gracias a los datos extraídos de las inscripciones fundacionales meriníes y de los detalles arquitectónicos. La primera fase (mezquita almohade) que sugiere se asemejaba a la de Maslow, aunque difiere de este por considerar una sala de oración de 9 naves perpendiculares a la quibla, es decir, una nave más por cada lado. De esta manera, se conforma un patio flanqueado por parejas de naves y la línea de fachada coincide con la alineación actual en los frentes este y oeste, en tanto que el patio estaría según él cerrado al norte con un muro simple al igual que ocurre en Tinmal. Con respecto a los accesos, no tiene ningún inconveniente para considerar la continuidad de los 4 portales laterales (descartando el septentrional y lógicamente los dos laterales situados en la ampliación meriní). Asimismo, para Terrasse el alcance de la obra meriní se podía reconocer en gran medida por la diferenciación tipológica de arcos y puertas.
Ahora bien, un aspecto complicado que presenta la mezquita de Taza y que se trata con cierta ambigüedad en los trabajos anteriores (Maslow y Terrase) es la posición del muro de quibla de la fase almohade y, por ende, la profundidad de la sala de oración. A primera vista, la planta del edificio actual parece sugerir la fosilización de una sala anterior compuesta por una batería de naves perpendiculares de 3 tramos y 1 nave transversal, coincidiendo esta última con la nave transversal que actualmente atraviesa la sala de oración en el tramo 4º (contado desde el patio). A favor de reconocer todo este sector como un núcleo primitivo y embebido por la ampliación meriní, se reconoce, como ya apuntó Terrasse, una escala diferente a la del resto de la sala de oración, pues este sector responde a una luz de crujía y de arco mucho más modesta. Además, el tipo de arco empleado difiere, siendo túmido en la posible fase almohade (fruto de buscar un arco de clave alta ante una luz relativamente corta), y de herradura más regular en la ampliación meriní, donde la mayor luz de los arcos no obligó a trazar arcos apuntados.
No obstante, tanto Maslow como Terrasse plantean una sala de oración almohade que no coincide exactamente con este núcleo fosilizado, pues propusieron gráficamente naves perpendiculares de 4 tramos más 1 nave transversal, lo que obliga a situar el muro de quibla un tramo más al sur y cuestionar el origen de las dos arquerías transversales que conforman la nave transversal situada en el 4º tramo. Precisamente, de entre estas dos arquerías, la más meridional (la arquería que separa los tramos 4º y 5º) contiene algunos elementos destacables que permiten discutir, de forma no determinante, su origen, función y papel en el proceso transformador.
En primer lugar, se identifican tres arcos de lambrequines que, de forma más distinguida, contrastan con los arcos túmidos utilizados en el resto de la arquería y, además, resaltan el valor espacial de tres tramos, en concreto los que recaen en la nave central y las dos naves más extremas. La aportación decorativa de estos arcos podría contribuir a esclarecer en qué momento se ejecutaron, aunque lo cierto es que resulta muy incierto, pues nada descarta que pueda corresponder a un momento avanzado del periodo almohade o principios del meriní. En cualquier caso, al margen de su cronología, si atendemos a los arquetipos de las mezquitas de ambos periodos, este tipo de arcos suelen emplearse para anteceder a las tres qubba-s situadas en la nave transversal junto a la quibla y podrían, por lo tanto, ser un motivo para pensar que la nave transversal estuvo situada en el 5º tramo, como propusieron Maslow y Terrasse, y no en el 4º tramo como en cambio sugiere la estructura actual.
En segundo lugar, existe otra huella más que evidenciaría esta interpretación, pues en esta misma arquería se identificaron dos semicolumnas con capiteles de yeso de factura almohade arcaica en los lados norte y este de uno de sus pilares. De ser así esta adscripción cronológica, obligaría igualmente a reconocer en este punto una arquería desde un momento muy temprano y no la posición del muro de quibla primitivo.
En este sentido, cabe preguntarse por las operaciones que requiere la ampliación de una mezquita hacia el sur (más allá de su muro de quibla) y las soluciones más óptimas para ello. Parece lógico que, en primer lugar, se valore la perforación del muro practicando un gran vano por cada nave perpendicular, solución que ya está documentada por ejemplo en la mezquita de Córdoba y en la Kutubiyya. En el primer caso, se buscó una continuidad limpia de la estructura sin arcos transversales, por lo que el antiguo muro de quibla fue casi arrasado y únicamente quedó como testigo una secuencia de estrechos y largos pilares que coinciden además con la posición de los antiguos contrafuertes exteriores. En el segundo caso, en cambio, se mantuvo en gran medida el muro de quibla y se horadaron grandes vanos que después fueron consolidados con arcos y jambas de yeso, dando lugar así a una arquería pesada de pilares anchos y largos. En cambio, regresando a la mezquita de Taza, aquí se presenta una arquería transversal mucho más liviana que solo puede construirse de forma unificada, siendo imposible haberse originado en un muro previo que, además, sería de tapia. Por todo ello, es evidente que el muro de quibla almohade fue completamente demolido y probablemente la misma suerte correría gran parte de la nave transversal, que pudo ser sustituida por el primer tramo de la ampliación meriní (5º tramo).
Por lo tanto, si la nave transversal almohade recaía en el 5º tramo, cabe cuestionarse por qué en el 4º tramo hay una nave transversal ceñida entre dos arquerías. A falta de un examen más exhaustivo, por ahora solo se puede sugerir de forma provisional que, junto con los arcos que arriostran transversalmente esta nave, sea parte de la reforma meriní para consolidar la estructura y configurar una nave noble en la que además se colocó la gran lámpara de araña donada por el sultán meriní Abū Yaʿqūb. De hecho, esta misma intervención pudo incluir la generación de tres qubba-s con tejados a cuatro aguas en los tres módulos centrales de dicha nave transversal, siendo el central el más elevado y del que suspende la lámpara.
En lo que respecta al patio, parece ser el elemento espacial de la mezquita almohade que mejor se ha conservado, incluso pudiendo proponerse que su materialidad ha subsistido. Este patio de 4 x 5 tramos presenta una proporción inusual si se compara con la Kutubiyya, Tinmal y la configuración fundacional de la mezquita de la Qaṣba (Marrakech), la Qasba de Rabat o Salé, donde se recurre a patios más oblongos. Sin embargo, el patio de Taza exhibe una composición de fachada que ofrece garantías de corresponder con la fase almohade, pues está formada por arquerías de doble rosca bien definida, siendo este un rasgo distintivo de las grandes mezquitas almohades que después desapareció en el periodo meriní.
Por último, el alminar situado en el ángulo NE de la mezquita e integrado en el módulo de dicho ángulo también podría tener su origen en la fase almohade, pues su relación compositiva con la planta es bastante regular. De hecho, se adosa a la arquería que separa las dos naves laterales, una solución que, de forma más refinada, se utilizó también en la Kutubiyya. La torre es de planta cuadrada con 5,52 m de lado y alcanza 22,65 m de altura. Su estructura consiste en un machón central macizo en torno al cual se desarrolla una escalera en sentido antihorario sobre bóvedas de cañón inclinadas y aristas en ángulos. La parte superior de este primer cuerpo se corona con un friso horizontal y sobre él se alza un segundo cuerpo más reducido de 4,80 m de altura y 3,50 m de lado que se remata con una cúpula superior. Para su construcción se emplearon sillares bastante regulares en las aristas y sillarejos en los paramentos, aunque independientemente de esta variación se respetan con bastante precisión las hiladas. En cuanto al parapeto del primer cuerpo y el linternón, se optó por el uso de ladrillo.
Ahora bien, el alminar de Taza contrasta de forma llamativa con el de la Kutubiyya por su gran sobriedad decorativa en las fachadas, pues solo se pueden identificar unos pocos vanos con poca entidad en la composición general de los alzados. En este sentido, si se trata de una obra almohade cabría pensar en la posibilidad de una herencia fasí tomada del alminar de al-Qarawiyyīn en un momento previo al florecimiento arquitectónico en Marrakech. Tal como puede observarse en las fotografías publicadas por Maslow y Terrasse, se documentan los siguientes vanos. En el frente sur: una ventana inferior cegada para conformar otra mucho más reducida y una ventana superior dotada de arco decorativo parcialmente arruinado y enmarcada por varios alfices con decoración cerámica. En el frente este: una aspillera inferior, una ventana arqueada con alfiz de gran tamaño y otra ventana superior arqueada que se sitúa debajo del friso. Finalmente, en el frente oeste se identifica en su parte superior lo que pudiera ser un gran vano cegado con ladrillo. Según Terrasse, quien pudo observar los restos de ornamento en yeso y cerámica, sugiere que los acabados decorativos corresponderían a la intervención merini.
Por último, en lo que respecta a la transformación meriní del edificio, la inscripción fundacional conservada en la mezquita es bastante elocuente, pues nos transmite la ampliación (ziyāda) de la mezquita en el año 690-1H (1291-2) y especifica la adición de 4 naves (balāṭāt) junto a la quibla, otras dos naves laterales (una al este y otra al oeste) y un patio (ṣaḥn) situado al este, así como la reparación (iṣlāḥ) y restauración (ramm) de todas las partes ruinosas. Trasladada esta información al posible reconocimiento espacial de la fase almohade, se puede considerar que la mezquita casi dobló su superficie y alcanzó una sala de oración de hasta 8 tramos de profundidad en el eje longitudinal. La ampliación consistió en la prolongación de las naves almohades manteniendo así su misma anchura y a continuación reprodujo el esquema en T y E más al sur. De este modo, se refuerza la posición de tres qubba-s en los puntos de intersección de dichas naves y especialmente la central junto al mihrab, pues fue dotada de una gran cúpula de arcos entrecruzados. Por consiguiente, la información epigráfica es bastante contrastable, aunque permanece la duda sobre las dos naves laterales y la batería de crujías situada al norte del patio.
Iñigo Almela