Mezquita del Centeno

Población: Lorca
Provincia: Murcia
País: España
Coordenadas geográficas: 37.731338 / -1.846186
Nº inventario: 325


La conocida como “Mezquita del Cortijo del Centeno” forma parte de un yacimiento rural andalusí que contaba, además, con una zona habitada y una maqbara. Esta antigua alquería se encuentra encajada en uno de los meandros del río Corneros, justo antes de desembocar en el río Luchena, paraje hoy en día transformado por el embalse de Puentes, y dista 1 km del castillo de Puentes, ḥiṣn del que dependía administrativamente. A este respecto, en relación con el resto de testimonios arqueológicos del asentamiento, se ha podido datar el conjunto dentro de un intervalo que se extiende entre el último cuarto del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII, aspecto que coincide con el análisis tipológico del edificio y sus arquetipos. Ahora bien, la mezquita presenta un proceso evolutivo que se podría resumir en dos fases principales. Una primera fundacional, que consistía en la configuración del oratorio con sus principales elementos, y otra segunda enfocada a la transformación de la mezquita en aljama; proyecto que pudo englobar varias intervenciones como la construcción del alminar, la incorporación de un espacio para el almimbar y la suma de un anexo.

De tal modo, se puede considerar que el edificio de la mezquita engloba dos sectores que corresponden a fases distintas de su formación, si bien su planta general mantiene una forma rectangular y una misma orientación que está determinada por la dirección de la quibla. Por su parte, el sector NO corresponde con una sala de oración casi cuadrada (9,80 x 9,30 m) y está organizado a partir de tres naves yuxtapuestas que se separan entre sí por medio de dos arquerías de tres tramos. Cada una de estas se sustentaba sobre tres pilares de formatos diferentes (cuadrados, rectangulares y ochavados) y entestaban con el muro SE con sus respectivas pilastras achaflanadas. Asimismo, siguiendo los patrones habituales de las grandes mezquitas, la nave central es sensiblemente más ancha, lo que le confiere una mayor significación como parte del eje axial de simetría en el que se sitúa el mihrab. Aunque inusual, en esta nave central son igualmente destacables las pequeñas pilastras de yeso adosadas a los pilares centrales, testimonio que podría indicar la disposición de un arco transversal decorativo o bien un refuerzo para el techo.

En cuanto al muro de quibla, alberga en el punto medio el mihrab y a su lado derecho otro nicho para guardar el almimbar, ambos proyectados hacia el SE y sobresaliendo con respecto al paramento exterior del muro. Se trata de piezas de planta rectangular y ejecutadas con estrechos tabiques, aunque en el caso del mihrab cuenta con una cabecera semicircular que por el exterior es resuelta de forma poligonal. De hecho, el mihrab es un elemento original de la fase inicial y está limpiamente resuelto con ladrillo, incluyéndose las jambas laterales del vano dispuesto en el muro. Sin embargo, el camarín del almimbar fue realizado de forma particular con muretes de lajas y, debido a su integración posterior, el hueco del muro en el que se habilitó su vano no fue previamente consolidado sino únicamente enlucido sobre las roturas. En lo que atañe al uso de este espacio, las huellas de rozamiento que se han conservado en el pavimento no dejan lugar a dudas y evidencian que el mueble era extraído para su uso.

Por lo que respecta al frente NO del oratorio, que se sitúa en el otro extremo del edificio, corresponde con el último tramo de las naves y sirvió para acomodar el alminar en el ángulo norte. La torre del alminar tiene planta cuadrada y consiste en un machón central en torno al cual se desarrolla la escalera en sentido antihorario. No obstante, a tenor de las observaciones arqueológicas, se trata de una introducción posterior que amortizó un antiguo zaguán del oratorio y supuso varias operaciones. En primer lugar, se demolió el muro NO, que fue reconstruido 0,30 m más alejado para ampliar este frente del edificio. En segundo lugar, se tapió la antigua puerta de acceso y se hizo una nueva desplazada ligeramente hacia el sur del muro NE. Y, finalmente, se delimitó el alminar por el interior del oratorio con su propia puerta y se elevó el pavimento del último tramo de las naves.

En lo que se refiere a la accesibilidad, el oratorio contaba con la ya mencionada puerta junto al alminar y con otra secundaria en el muro de quibla, aunque esta última da paso al sector SE de la mezquita. En ambos casos están acompañadas de un tabique con el que se genera un pequeño zaguán interior y se confiere privacidad, sin embargo, la segunda puerta destaca por haberse descubierto desplomado el arco apuntado de yeso que la decoraba. Por otro lado, además de por los accesos, la composición exterior del oratorio se complementaba con el uso de contrafuertes que, además, otorgaban una mayor solidez a los muros. Por su parte, el lado SO es el más regular, presentando contrafuertes de mayor dimensión en los ángulos y dos contrafuertes más esbeltos que dividen la fachada en tres partes. Por otro lado, la fachada NE parece que contaba con dos contrafuertes sencillos que fueron posteriormente reforzados con forros o zócalos de gran espesor.

Finalmente, el edificio se completa con el sector SE, que consiste en una dependencia anexa de 3 m de profundidad y adosada al oratorio manteniendo su misma anchura. Estructuralmente estuvo dividida en tres módulos por medio de cuatro pilastras que sustentaban vigas de madera o arcos, si bien las pilastras situadas en el muro de quibla presentan una alineación con las arquerías interiores del oratorio, lo que invita a pensar en que el edificio inicial ya pudo contar con dos de estas pilastras como contrafuertes. Asimismo, en el interior de esta dependencia se pudieron documentar los restos de un poyo situado en el extremo NE, en tanto que, por el exterior, el muro principal fue configurado con dos contrafuertes de esquina y un saliente central de forma semicircular que parece conservar la apariencia exterior del mihrab después de haber quedado este absorbido dentro del anexo. Además, este espacio cuenta con su propia puerta desde el exterior en el lado SO, aunque se comunicaba con el oratorio por medio de la puerta ya mencionada en el muro de quibla. Según Calvo, podría tratarse de una mezquita funeraria, función que parece sensata si se atiende a las dimensiones del espacio, su disposición con respecto al oratorio y la utilidad de sus accesos.

A pesar de tratarse de un edificio modesto, e independientemente de su transformación, resulta significativo el conjunto heterogéneo de materiales y técnicas que reúne. Así, aunque los recursos predominantes son la mampostería de yeso encofrada, el adobe y la tapia de tierra, también se pueden identificar otras fábricas como los pequeños sillares utilizados en la construcción de los pilares o el ladrillo reservado de forma excepcional para tabiques, nichos, puertas y la estructura del alminar. Así y todo, se recurre de forma generalizada al yeso como material empleado para enlucir todos los paramentos y estructuras.

Sin duda, el modelo de mezquita que se puede reconocer en el Cortijo del Centeno responde a un diseño más sencillo del que fue empleado en las grandes mezquitas almohades. Para ello, se prescindió de gran parte de las naves laterales e incluso del patio, pero, al margen de su reducción espacial, se puede considerar que se trata de una versión sintetizada, pues aglutina algunos de los patrones más característicos de los oratorios almohades, tales como la disposición perpendicular de las naves respecto al muro de qibla, la monumentalización del eje central con el mihrab, el camarín del almimbar, la solución de fachada con contrafuertes y los arcos apuntados de yeso en las puertas. Así, en lo que respecta a su organización a partir de tres naves, se han identificado otros ejemplos andalusíes como las mezquitas de Cuatrovitas y, quizás, Santa María la Blanca en Sevilla. De hecho, el modelo parece haber sido recurrente incluso después, pudiendo identificarse para la época nazarí en las mezquitas de Fiñana y la Alhambra.

 

Iñigo Almela


Bibliografía:
  • Susana Calvo Capilla, “Las mezquitas de pequeñas ciudades y núcleos rurales de al-Andalus”, ‘Ilu, Revista de Ciencias de las Religiones, monográfico sobre “Espacios religiosos islámicos”, Anejo X (2004): 39-63.
  • Susana Calvo Capilla, Las mezquitas de al-Andalus (Almería: Fundacion Ibn Tufayl de Estudios Árabes, 2014): 640-644.
  • Julio Navarro Palazón y Pedro Jiménez Castillo, “Religiosidad y creencias en la Murcia musulmana. Testimonios arqueológicos de una cultura oriental”, Huellas. Catedral de Murcia. Exposición 2002 (Murcia: Caja de Ahorros de Murcia, 2002): 78-84.
  • Ana Pujante Martínez, “La mezquita rural de la alquería del Cortijo del Centeno, Lorca, Murcia”, Revista de Arqueología, XXI, nº 234 (2000): 42-49.
  • Ana Pujante Martínez, “El castillo de Puentes y las alquerías de su entorno: aproximación a la estructura del poblamiento”, Alberca, 1 (2002): 58-61.