Mezquita de los Andalusíes

Mezquita al-Andalusiyyīn

Población: Fez
Provincia: Fez
País: Marruecos
Coordenadas geográficas: 34.063179 / -4.968240
Nº inventario: 706


Para el conocimiento de este edificio es fundamental el libro de H. Terrasse “La mosquée des Andalous a Fès”, publicado en 1942 y hasta ahora el estudio más extenso. Gracias a él se conocen la planta y la arquitectura de esta mezquita, pero, además, una aproximación historiográfica que revela la secuencia de intervenciones históricas. Una de las fuentes más prolijas sobre al-Andalusiyyīn (“Mezquita de los Andalusíes” o comúnmente traducido como “Mezquita de los Andaluces”) es el Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās (1365) de Abū al-Ḥasan ʿAlī al-Ǧaznāʾī, un texto que se ocupa de la historia y los monumentos de Fez desde su fundación hasta mediados del siglo XIV. De hecho, por medio de Zahrat al-ās, sabemos que la mezquita fue fundada en 245 H (859-60) por un señora de origen árabe llamada Maryam, hija de Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Fihrī, y al poco de salir de cimientos empezaron a colaborar en la empresa arquitectónica emigrantes de al-Andalus que vivían en la orilla sur del modesto río que atraviesa Fez, ciudad fundada en el 789. Se supone que estos andalusíes eran refugiados que se habían establecido en la zona tras la destrucción en 818 de su arrabal cordobés de Šaqunda[1]. En la otra margen del mismo cauce una hermana de la donante fundó la mezquita que llamamos al-Qarawiyyīn, por los emigrantes de Qayrawān que habitaban su entorno. Poco se sabe de sus primeros años de historia, aunque en el siglo X, durante la ocupación zirí, la mezquita fue dotada de un almimbar que denota su función como aljama, si bien este mismo mueble fue posteriormente reformado con un nuevo respaldo en nombre del califa omeya Hišām II y su ḥāǧib al-Manṣūr.

Sin embargo, para conocer una de las descripciones más antiguas del edificio debemos recurrir a la obra al-Masālik wa-l-mamālik (1068) del geógrafo al-Bakrī, quien transmite que al-Andalusiyyīn era una mezquita de 6 naves desplegadas de este a oeste sobre columnas (ʿamad) de piedra[2] y con un patio amplio en el que hay un nogal, otro árbol y una acequia de abundante agua conocida como Sāqiya Maṣmūda[3]. De tal modo, esta sería una de las raras menciones de vegetación en el interior de mezquitas, aunque también en la Qarawiyyīn y la mezquita de Córdoba la hubo. Por otro lado, que la dirección de las naves era perpendicular a la de la oración, indica que, como ahora, la sala era del modelo que se estableció en la mezquita omeya de Damasco (construida entre 704 y 710), en contra del tipo de al-Aqṣā II de Jerusalén (finalizada en 710), que es el que se transmitió a al-Andalus y a la inmensa mayoría de las mezquitas del actual Magreb; es decir, las dos mezquitas más viejas de Marruecos son de un modelo muy ajeno al que imperó en la región durante siglos e incluso difieren de la propia mezquita de Córdoba, que ya en su fase inicial definió un paradigma para el Occidente islámico. Además, según Zahrat al-ās, al parecer siguiendo a al-Bakrī, sugiere que el alminar se construyó en ǧumādà al-ʾūlà del año 345H (agosto 956)[4], es decir a la vez que el alminar de al-Qarawiyyīn, aunque este último fue seguro una empresa de ʿAbd al-Raḥmān III para mostrar su potestad.

A pesar de que no sabemos cómo la mezquita al-Andalusiyyīn pudo evolucionar entre los siglos X y XII, sí es posible advertir una transformación importante en el periodo almohade. Ahora bien, es complicado evaluar el alcance de dicha reforma o si se sucedieron varias fases sustanciales después de la fundacional. Para aproximarnos a la intervención almohade disponemos de dos textos de gran trascendencia cuyos datos afectan a la arquitectura de este edificio, aunque se trata de dos crónicas posteriores relativas al periodo meriní. Entre ellas, muestran una coherencia informativa y reflejan el interés del califa al-Nāṣir por la mezquita.

En primer lugar, Rawḍ al-Qirṭās fue redactado por Ibn Abī Zarʿ, fallecido hacia 1320, y dedica un apartado exclusivo para la mezquita con el siguiente relato:

“La Mezquita de los Andalusíes todavía conservaba su configuración inicial y no había sido ampliada hasta el año 600H (1203-4), cuando el Príncipe de los Creyentes Muḥammad al-Nāṣir ordenó su construcción (bināʾ), reforma (iṣlāḥ) y restauración (tağdīd) de todo lo que se había derrumbado en ella. Además, ordenó la apertura de la gran puerta septentrional y escalonada que se encuentra en su patio, así como también hizo una pila (bīla) de mármol rojo a sus pies. Igualmente, ordenó construir la fuente (siqāya) y la sala de abluciones (mīḍāʾa), trayendo el agua hasta cada una de ellas desde fuera de Bāb al-Ḥadīd, una de las puertas de la mencionada ciudad. En cuanto al surtidor (ḫaṣṣa) y la pila (bīla) que hay en el patio, fue el sayyid Yaḥyà, descendiente de los califas almohades, quien ordenó su construcción utilizando para ello su propia riqueza y lo hizo de la mano de su creador Abī Šāma al-Ğabbās. La mezquita continuó tal cual hasta el año 695 H (1295-6), cuando, debido a los muchos defectos, su ḫaṭīb e imán, el šayḫ alfaquí, piadoso, ilustre y bendito, Muḥammad b. M*sūna se lo hizo saber al Príncipe de los Musulmanes Yūsuf, hijo del Príncipe de los Musulmanes Yaʿqūb b. ʿAbd al-Ḥaqq (…). Entonces ejecutó su orden de reformar [la mezquita] y la reparó renovando una gran parte de ella con el dinero de los habices. En cuanto al surtidor, la pila, la fuente y la mīḍāʾa, funcionaron con el agua traída desde fuera de Bāb al-Ḥadīd hasta que [esta canalización] se arruinó en los años de la hambruna y desaparecieron sus restos. Entonces se compensó trayendo agua del río Maṣmūda, que no cesó hasta que llegó al gobierno el Príncipe de los Musulmanes Abū Ṯābit (…), quien restituyó el abastecimiento de agua para la mezquita desde el nacimiento que anteriormente había utilizado al-Nāṣir el almohade. Este había quedado cubierto, por lo que lo renovó aprovechando sus restos hasta que llegó [el agua] a la mezquita y fluyó por el surtidor, la fuente y la pila como antaño. El encargado de su construcción y supervisión fue el alarife Aḥmad al-Ğayyānī en el año 707H (1307-8), cubriéndose los gastos derivados de ello con dinero del Bayt al-Māl[5].

En adelante, esta misma crónica se refiere en dos ocasiones más a las obras almohades en al-Andalusiyyīn:

“En el mes de šawwāl del año 604 (abril-mayo 1208) salió el Príncipe de los Creyentes [Muḥammad al-Nāṣir] de Fez hacia Marrakech, después de haber ordenado la construcción de la fuente (siqāya) situada en la orilla de al-Andalus de dicha ciudad, trayendo para ella el agua desde un nacimiento que se encuentra en las afueras de Bāb al-Ḥadīd. Además, construyó la puerta septentrional y escalonada que hay en el patio de la Mezquita de los Andalusíes, gastando en dicha obra grandes sumas de dinero provenientes del Tesoro Público (Bayt al-Māl), que Dios le dé el honor de recordarlo”[6].

“[En ese año 604 (1208)] al-Nāṣir ordenó construir la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ) y la fuente (al-siqāya) que se encuentran en frente de la Mezquita de los Andalusíes de Fez y trajo para ellas el agua desde el nacimiento situado fuera de Bāb al-Ḥadīd. Además, ese año construyó la gran puerta escalonada que se encuentra en el patio de la mezquita mencionada y todo ello fue sufragado con el Tesoro Público (Bayt al-Māl)”[7].

Aunque de forma más breve, la crónica anónima al-Ḏaḫīra al-saniyya fī tārīḫ al-dawla al-marīniyya confirma parte de lo expuesto por Rawḍ al-Qirṭās y la datación de algunas de las obras: “[en el año 604H (1207-8)] ordenó al-Nāṣir la construcción de la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ) y la fuente que hay frente a la mezquita de al-Andalus en la ciudad de Fez (…). Allí también abrió la gran puerta escalonada al norte del patio de la mezquita”[8].

Sin embargo, la segunda fuente que más datos aporta sobre el proyecto almohade en la mezquita es la crónica ya mencionada Zahrat al-ās de Abū al-Ḥasan ʿAlī al-Ǧaznāʾī, cuarenta años posterior, que dice:

“En el año 600H (1203-4) se notificó a al-Nāṣir, el almohade, que [la mezquita] necesitaba una reforma (iṣlāḥ) y construcción (bināʾ). Entonces, [al-Nāṣir] ordenó la construcción de la gran puerta (al-bāb al-kabīr) septentrional, que es escalonada y mide 20 palmos de luz y 27 palmos de alto. Su escalinata consta de 14 peldaños y en lo más bajo de ella hay una cancela (šubbāk) de madera de cedro con tres puertas en cuyo centro hay una pila (bīla) de piedra roja por la que brota el agua del río Maṣmūda, que fluye bajo la gran puerta para que las personas descalzas limpien sus pies. En lo alto de esta puerta construyó dos cúpulas: la primera de ellas, situada al interior, fue fabricada con mocárabes de yeso, mientras que, la segunda, situada al exterior, fue elaborada con madera de cedro. Además, había [en la cúpula] un talismán para las golondrinas, de modo que no entrasen, ni circulasen, ni anidasen en ella, pero se estropeó en el año 720H (1320-1). En el año 604H (1207-8), el príncipe de los Creyentes, al-Nāṣir, ordenó también la construcción de una fuente (siqāya), una entrada para el oratorio de mujeres y, sobre ambas construcciones, una maṣriyya para los imanes de la mezquita. Esto es a la derecha de la puerta escalonada, por el exterior, y cerca de aquella, construyó la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ), que está emparejada [por su semejanza] con aquella que se encuentra en la mezquita al-Qarawiyyīn. La pila y el surtidor, situadas al norte del patio, se asemejan también a aquellas de al-Qarawiyyīn y fueron ordenadas disponer por el sayyid Yaḥyà, descendiente de los califas almohades, gastando en ello su riqueza”[9].

Además, Zahrat al-ās menciona la conducción hidráulica ejecutada por al-Nāṣir desde un nacimiento (ʿayn) situado fuera de Bāb al-Ḥadīd para abastecer la mezquita, obra que sin duda está ligada al juego de pilas y surtidores creados por él mismo en el patio, así como la construcción de la sala de abluciones cercana. Ahora bien, se revela igualmente la recuperación posterior del suministro y la construcción de una nueva fuente durante el periodo meriní:

“La mezquita permaneció así hasta que hubo un defecto en el techo y en un grupo de sus pilares (sawārī), por lo que su ḫaṭīb, el šayḫ piadoso Muḥammad b. Abī al-Qāsim Ibn M*sūna, hizo llegar el asunto de esta mezquita al Príncipe de los Creyentes Abū Yaʿqūb [Yūsuf], quien ordenó en el año 695 H (1295-6) la reforma (iṣlāḥ) a la que responde el edificio ahora. Al-Nāṣir, el almohade, había conducido el agua [para la mezquita] desde un nacimiento (ʿayn) situado fuera de Bāb al-Ḥadīd, pero [la captación] se volvió defectuosa, así que se trajo agua desde el arroyo Maṣmūda hasta que el Príncipe de los Musulmanes Abū Ṯābit ʿĀmr asumió la autoridad y ordenó conducir el agua desde el nacimiento situado fuera de la puerta de Bāb al-Ḥadīd, así como también construyó en el año 707 H (1307-8) la fuente (siqāya) que hay en el lado occidental del frente norte [de la mezquita]”[10].

A continuación, la misma crónica comienza una detallada descripción que refleja el estado de la mezquita en 1365, fecha de su redacción. De tal modo, se presenta un espacio que probablemente responde de forma verídica a la reforma almohade, si bien de nuevo desconocemos el alcance de las intervenciones meriníes posteriores, pues, además de la fuente construida por Abū Ṯābit ʿĀmr en 1307-8, tanto Rawḍ al-Qirṭās como Zahrat al-ās transmiten que el sultán meriní Abū Yaʿqūb Yūsuf ordenó en 1295-6 una reforma que afectó al menos a un amplio sector techado, tal como se percibe a partir de todos los fragmentos anteriores recogidos. La descripción de al-Ǧaznāʾī dice:

“El número de naves/tramos (balāṭāt) de este a oeste es 15 y de sur a norte 13. Delante de su alquibla, el suelo alcanza la altura de una nave tras haberse corregido [aterrazado] el desnivel [del terreno]. Su largura de sur a norte es de 200 palmos, al igual que su anchura. En una sola nave y sus respectivos pórticos puede haber 300 fieles, en tanto que [el espacio completo] tiene un aforo de 4200 personas. El número de pilares (sawārī) es 134” [11].

“En lo que se refiere a su alminar, cada uno de sus lados mide 16 palmos. [En su interior] cuenta con 74 escalones y, según recuerdo, su altura alcanza 70 palmos. En lo alto de este alminar hay una qubba en la que los muecines se sientan para transmitir la llamada. El número de muecines y responsables en esta mezquita llega a 20 […]. Nada más asumir la autoridad, nuestro señor al-Mutawakkil Abī ʿInān hizo en lo alto de este alminar un mástil de madera en el que hondea una bandera blanca durante las oraciones diurnas y un farol en las horas nocturnas. Los muecines en este alminar imitan la llamada de la mezquita al-Qarawiyyīn siguiendo así la antigua costumbre transmitida hasta ahora” [12].

“Esta mezquita tiene 9 puertas. En el lado occidental, hay tres; en el lado septentrional, se encuentra la puerta escalonada ya mencionada y; en el lado oriental, hay 5, de las cuales 2 sirven para acceder a la parte delantera de la mezquita, donde se reza en los funerales. Entre la parte delantera de la mezquita y la gran sala hay 2 puertas escalonadas de las cuales una se halla a la izquierda del mihrab para que ingresen los califas cuando asisten a la oración del viernes y la otra se encuentra a la derecha del mihrab y el mimbar para que el ḫaṭīb salga el viernes a ofrecer el sermón. Por ahí también se dirige a la oración en los funerales” [13].

La expansión de la sala de oración y el patio, muy mediatizados por la topografía de la ladera, la presencia de la acequia y la calle del lado de levante, que es la arteria comercial del barrio, produjeron, antes de la publicación de Terrasse y según hemos verificado, un resultado muy complejo, de contorno irregular, con desniveles importantes, además de un añadido en la alquibla que corresponde a la mezquita de los muertos, muy modificada después de 1942; esta parte es adyacente a un cementerio intramuros que rodeó la mezquita por las zonas más altas, y que va perdiéndose, al igual que los interesantes palacios arruinados que rodean el complejo religioso. Si el edificio, como ya hemos apuntado, no estuviese cuidadosamente pintado y totalmente alfombrado, con techos muy repintados, quizás pudiéramos arriesgar alguna hipótesis sobre su crecimiento.

La sala de oración consta de 7 naves de profundidad con número variable de tramos debido a las alineaciones oblicuas de los límites laterales, si bien se define una nave central que simula un eje de simetría y atraviesa el conjunto de naves generando así una secuencia de siete módulos, aunque solo cuatro de ellos se manifiestan con cubiertas individuales a cuatro aguas, pues los otros tres mantienen la continuidad de los tejados de sus respectivas naves.

De tal modo, el perímetro irregular del edificio sirve de pretexto para reconocer su extensión en un momento avanzado de su historia en el que el barrio ya estaba posiblemente densificado en torno a la mezquita inicial, lo que supuso que los nuevos límites se viesen afectados en su trazado por las calles y alineaciones de manzanas circundantes. Del mismo modo, estas circunstancias fueron las que obligaron seguramente a trazar un quiebro en el frente oeste del oratorio, donde se rompe la continuidad total entre sala oración y galerías del patio, posiblemente para respetar la manzana existente al noroeste.

En lo que se refiere a las arquerías interiores, consisten por lo general en pilares cuadrados con arcos de herradura simples o ligeramente apuntados, trazándose alfices únicamente en las arquerías que discurren de este a oeste y en algunos sectores del patio. La nave axial que atraviesa la sala de oración únicamente cuenta con arcos de herradura simple sin alfiz y levantados sobre pilares cuatrifolios, siendo estos un detalle controvertido por su rareza en la tradición del Occidente islámico y únicamente comparable con los pilares semejantes que hay, aunque de forma más intermitente, en el eje de la mezquita al-Qarawiyyīn. Según Terrasse, a partir de la descripción de al-Bakrī, podrían ser piezas aprovechadas de la fase anterior. Por otro lado, el resto de las arquerías de la sala de oración presentan una composición en alzado bastante particular, ya que los pilares son especialmente altos y los alfices están formados por rafas muy estrechas, posiblemente determinadas por los pilares cuadrados y pequeños. Por último, la sala de oración cuenta con un apéndice en el ángulo suroeste que corresponde a todas luces con una posible sala de retiro como la que se conserva parcialmente en la mezquita al-Qarawiyyīn en esa misma posición. Este espacio parece ser un añadido posterior, pues invade la calle lateral y, además, dicha tipología y función suele estar muy vinculada a los proyectos saʿdíes del siglo XVI, aunque ya pudieron existir en el periodo meriní.

Lo más raro en este sentido es el alminar, que centra el accidentado grupo de naves laterales del patio que limitan con la calle del zoco y es paralelo a la fachada de ese lado, pero está girado respecto a todos los demás elementos del extenso edificio. En el interior de la torrecita, cuya escalera gira a izquierdas en torno a un sencillo machón de planta cuadrada, encontramos que la variada techumbre se apoya en arcos de herradura, que no desmienten la fecha de 956 para su construcción, tal vez formando parte del patio primitivo. De forma difícil el alminar da acceso al espacio que conserva la instrumentación para la observación astronómica y a una terraza cubierta que mira al sur. El hecho de quedar englobado el alminar por las galerías laterales del ṣaḥn, insinúa que este es el espacio que ha crecido en dirección norte, hasta culminar en la actual portada. De hecho, un detalle superficial, pero convincente, es el lateral oriental del patio, que, en lugar de mantener la ortogonalidad en planta con respecto a la sala de oración, se presenta ligeramente inclinado para respetar el alminar; por lo que revela dos configuraciones claramente diferenciadas y superpuestas. Por un lado, el alminar, cuyo contexto arquitectónico desconocemos hoy y, por otro lado, el patio junto con sus naves laterales, que reconfiguraron el espacio e integraron el alminar.

En lo que respecta a la fachada meridional del patio, es posiblemente el elemento que más fácilmente podemos relacionar con la producción arquitectónica almohade, pues la doble arquivolta de sus vanos ceñidos entre pilastras es una solución que caracteriza a los patios de mezquita almohades (por ejemplo, Taza y Tinmal), siendo un recurso ausente a lo largo del periodo meriní. Asimismo, el vano central de esta fachada alberga la ʿanaza más antigua que se conserva en el Magreb, que coincidentemente es atribuible al periodo almohade gracias a la fecha (1209) inscrita en su decoración y que corresponde al gobierno de al-Nāṣir. Así, su disposición sugiere una homogeneidad cronológica en la remodelación del patio, si bien este tipo de elementos de carpintería son fácilmente trasladables, por lo que quizás ya pudo estar en una fachada de patio anterior cuando la sala de oración tenía una menor extensión.

Por su parte, el frente septentrional del patio concentra una gran carga arquitectónica al integrar: el acceso principal en el centro, dos fuentes que flanquean dicho acceso, un sector semienterrado para el uso de las mujeres al noroeste (resolviendo así el desnivel del terreno), un cobertizo para el imán protegido con una puerta forrada de placas metálicas en el extremo noroccidental y una pequeña biblioteca en el extremo nororiental. En gran medida, todos estos elementos son mencionados por las fuentes y, a excepción de la biblioteca, cuyo panel epigráfico revela una fundación meriní del sultán Abū Saʿīd ʿUṯmān b. Abū Sālim en 816H (1415-16), podrían tener su origen en la reforma almohade.

Ahora bien, de todos estos elementos del frente septentrional del patio, si hay uno que caracteriza a esta mezquita es su puerta principal, pues, además de su imponente escala, presenta una solución singular a modo de qubba sobre una escalera y con una portada monumental hacia el exterior. Esta portada, compuesta por un gran arco entre pilastras y un tejaroz de remate superior, fue objeto de una intensa redecoración en época alauí; no obstante, en la parte inferior de las pilastras todavía se reconocen dos columnas de mármol, que podrían ser una reminiscencia de su origen almohade, pues las fuentes insisten en que esta puerta fue parte del proyecto de al-Nāṣir, en tanto que el análisis diacrónico del patio evidencia una fase posterior a la fundación inicial de la mezquita. Esta estructura de carpintería sigue las formas de la puerta del Perdón de la aljama de Sevilla, aunque acusando los descuadres del interior y complicando la estructura al construir un solo tejaroz, pero mucho más potente y destacado que los dos que tuvo la puerta sevillana. Así la fachada fesí, en lo más alto de una cuesta tan notable que baja seis metros en sesenta, la vemos siempre a contraluz coronada por un cajón escueto, puramente estructural, como respaldo y contrapeso de la empinada cubierta del tejaroz, cuyo único hueco es una puertecita ubicada entre las tejas, que accede a un espacio de un metro de ancho, sobre el que hay un volumen ciego. Un chaflan mirando al sur, que destaca en este volumen, parece el sitio idóneo para instalar un cuadrante solar horizontal.

El estudio realizado por Terrasse se refiere a esta estructura de la siguiente manera: “Vue de l’intérieur, cette porte, avec ses quatre arcs disposés à trois niveaux différents, est fort belle. Mais c’est de l’extérieur qu’elle apparaît dans toute sa majesté. Sa haute façade se dresse au bout d’une rue montante comme une apparition inattendue (Pl. XV). Sans doute -en dehors de deux colonnes à bases et chapiteaux de marbre qui supportent les hauts pilastres flanquant la porte- nous n'avons plus rien du décor almohade. L’arc lobé et le décor des tympans datent manifestement de l'époque alaouite (Pl. XVI et XVII). L’auvent a été refait aux débuts du Protectorat[14]. Gracias a las visitas en los últimos años y a las fotos podemos acreditar que al menos la fachada principal, la monumental que interesó a Terrasse, ha sufrido dos obras importantes en setenta años, que probablemente no han sido las únicas.

En lo que se refiere a las fuentes de agua, hoy se reconocen en el interior de la mezquita tres. Una en el centro del patio a modo de taza-surtidor y dos integradas en el pórtico norte flanqueando la puerta principal. A este respecto, las crónicas resultan en cierto modo ambiguas, pues no está claro todos los puntos de agua que se crearon en el periodo almohade, ni cuáles exactamente fueron incorporados en el periodo meriní. La fuente situada al oeste de la puerta es la más singular, pues presenta una elaborada portada, una pila al fondo con tres caños, una taza central y un techo de carpintería. El conjunto se podría remontar a la siqāya almohade que recogen las crónicas, habiendo pasado por una reforma meriní (reconocible en Zahrat al-ās), si bien su apariencia actual permite reconocer una importante remodelación alauí claramente reconocible por su decoración y, en especial, por un alicer epigráfico que atribuye la obra a Mawlāy Ismāʿīl a la vez que proporciona la fecha 1682. De sus fases más antiguas, parecen conservarse integradas en la portada un conjunto de columnas: dos de ellas probablemente meriníes y las otras dos, desiguales, quizás almohades. En general, las yeserías y alicatados están muy retocados fruto de las intervenciones más recientes. En cuanto a la fuente situada al otro lado de la puerta, es mucho más sencilla y únicamente consta de una pila de tres caños. Por otro lado, según se desprende de las descripciones históricas, otro elemento hidráulico pudo existir bajo en la puerta de acceso (a los pies de la escalinata) y a modo de pila para lavar los pies nada más traspasar la cancela de madera. Y, finalmente, al exterior se conocen otras dos fuentes públicas: una en el ángulo noroeste de la sala de oración y otra situada al este de la puerta principal.

En conclusión, la empresa que confirió a la mezquita su extensión actual, es posterior a su fase fundacional y podría ser atribuible, en gran medida, al periodo almohade, dado que tuvo lugar en un momento más avanzado y es especialmente notoria la referencia a la obra de al-Nāṣir por parte de distintas crónicas que no solo aluden a la construcción (bināʾ), reforma (iṣlāḥ) y restauración (tağdīd), sino que, además, ofrecen múltiples detalles de elementos y edificios ejecutados como la puerta principal, la fuente, la sala de abluciones, entre otros. Así, sumado a la datación de la ʿanaza, animan a pensar en una importante remodelación y expansión almohade que en gran medida ha podido configurar el edificio actual, como ya propuso en su día Terrasse, quien era poco optimista con la conservación de trazas heredadas de la fase fundacional (a excepción del alminar, lo que explicaría su gran diferencia de orientación).

Dos datos abundan en hacer pensar en una refacción almohade prácticamente completa del edificio. Por un lado, el hecho de que al-Bakrī hable de 6 naves con arcos sostenidos por columnas de piedra y no pilares y, por otro, el cambio de orientación que parece haberse producido en el edificio en base a las distintas orientaciones del alminar y de la sala de oración actual. Aceptando que el alminar es un residuo del primitivo edificio, podemos suponer que este tenía su quibla en una dirección de 123° respecto al norte, mientras la adoptada en la reforma almohade es de 153°. Esto supone aceptar que la sala de oración y el patio, incluido el muro de la quibla son fruto de la reforma y, por tanto, que la mezquita que hoy vemos, a pesar de las reparaciones y añadidos posteriores, tanto meriníes como alauíes, es un edificio almohade, que además parece que pretendió corregir la orientación antigua del oratorio idrisí para acomodarla a los criterios adoptados en la mayoría de sus construcciones.

Sin embargo, resulta bastante chocante que se siguiera usando la tipología de naves dispuestas transversalmente a la dirección de la oración, cuando en prácticamente todos los edificios que se construyen de nueva planta se adopta el típico esquema en T, con una nave axial, otra transversal adosada al muro de la quibla y el resto de naves perpendiculares a este último. Como ya apuntó Terrasse, puede haber varias razones que justifiquen esta anomalía. En primer lugar, una tradición o apego fasí a esta tipología de mezquita representada sobre todo por la mezquita al-Qarawiyyīn, pero también por la primera al-Andalusiyyīn que sabemos obedecía a similar disposición. Pero además abundan en Fez mezquitas de esta forma como por ejemplo la de la madraza de Abū ʿInān. Pero hay otra razón de tipo práctico constructivo que pesó en ambos oratorios, pero especialmente en este último y es que ante un solar con perímetro irregular debido tanto a la topografía como a preexistencias urbanas, irregularidad que se manifiesta especialmente en los laterales, es más fácil adaptarse a esos bordes quebrados alargando o acortando las naves, sobre todo usando al final muros en lugar de arcos, que construir naves en los extremos que tengan que tener anchuras variables al quedar delimitadas por muros oblicuos y quebrados.

Otra cuestión merece ser notada, que no ha sido citada por otros autores, y es la diferencia que presentan los arcos de la mitad oriental de la sala de oración respecto de los de la otra mitad, algo en lo que es difícil reparar si no es a través de una planimetría correcta (obsérvese el plano 706_06). Los arcos del lado este son más anchos (2,65 m) y sus impostas se sitúan a menor altura (2,65 m) que los del otro lado (2,35 y 2,95 m). La distinta anchura puede deberse a que la planta del edificio no resulta simétrica respecto al eje teórico de la nave axial, mientras que las diferencias de altura, se podría pensar que se adoptaron para igualar la altura de las claves, pero no es así, porque las claves del lado occidental están también a mayor altura y, además, esos arcos resultan ser más apuntados que los del otro lado que casi son circulares. También hay pequeñas diferencias en las alturas de los alfices y de los arrocabes, a pesar de que las armaduras de cubierta son homogéneas y en varias naves, continuas. Por tanto, parece que una mitad del oratorio se debió hacer con distintos planes y posiblemente en distinto momento que la otra mitad. Si fue esto fruto de dos fases, quizás inmediatas, de la obra almohade o fruto de alguna reparación posterior es algo que por ahora no se puede asegurar.

A este respecto, las crónicas evidencian intervenciones meriníes que, salvo casos concretos como la pequeña biblioteca o una posible reforma de la fuente, resulta imposible por ahora reconocer materialmente; aunque parece ser que un sector de la mezquita fue reconstruido o reformado. Solo el avance de la investigación sobre este edifico o una exploración arqueológica podrán aclarar en el futuro si esta reforma meriní tiene algo que ver con la diferencia de arquerías que se ha señalado anteriormente entre las dos mitades que componen la sala de oración. Por otro lado, según Terrasse, la cámara del muwaqqit, situada en altura sobre algunas naves y junto al alminar, así como una puerta oriental decorada con yeserías, también podrían haberse originado en este periodo. E igualmente, considera meriníes un conjunto de puertas de madera que cierran la sala del imán tras la alquibla y que hoy ya no permanecen en ese lugar[15].

Posteriormente, los alauíes también llevaron a cabo reformas, aunque de poca entidad para la configuración del edificio, razón por la que posiblemente no haya testimonio alguno en las crónicas de dicho periodo. Únicamente destaca la renovación de la gran portada principal y la fuente situada al oeste de esta. Además, también se pudo rehacer la decoración del mihrab con nuevas yeserías que no se puede determinar en qué medida han mantenido la composición anterior, aunque se conservan cuatro capiteles probablemente almohades. Asimismo, se decoró con yeserías la base del alminar.

El resultado de estas obras, y puede suponerse que de otras muchas más de las que no hay memoria, es complejo y de difícil interpretación pues el tratamiento uniforme y moderno de todo el interior aconsejan no aventurar hipótesis para explicar los descuadres, desniveles y cambios de criterio. Lo esencial es la sala de oración cuya alquibla apunta muy al sur, pues según determinó Bonine en 1990 apunta a 151º cuando debía ser 95º 47’[16].

Antonio Almagro, Iñigo Almela y Alfonso Jiménez

 

Referencias

[1] Al-Ǧaznāʾī, 1991, p. 92.

[2] No está claro a qué tipo de piedra se refiere, podría ser una piedra porosa y con oquedades.

[3] Al-Bakrī, 2003, 2, p. 299.

[4] Al-Ǧaznāʾī, 1991, p. 92.

[5] Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, pp. 76-77.

[6] Ibn Abī Zar‘, Rawḍ al-Qirṭās, p. 233.

[7] Ibn Abī Zar‘, Rawḍ al-Qirṭās, p. 272.

[8] Al-Ḏaḫīra al-saniyya, p. 42.

[9] Al-Ǧaznāʾī, 1991, pp. 92-93.

[10] Al-Ǧaznāʾī, 1991, pp. 93.

[11] Al-Ǧaznāʾī, 1991, pp. 93.

[12] Al-Ǧaznāʾī, 1991, pp. 94.

[13] Al-Ǧaznāʾī, 1991, pp. 94.

[14] Terrasse, La mosquée, p. 21.

[15] Terrasse, 1942, pl. XXXVII.

[16] Bonine, 1990, p. 52.

 

 

 

 


Bibliografía:
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