Se debe al investigador egipcio Abdel ‘Aziz Salem (1928_2003) la identificación del edificio del Bar Giralda (Mateos Gago, 1) como parte de un baño andalusí, pues así lo publicó en la revista Archivo Hispalense de 1956, recordando la visita que realizó en 1951; en el artículo incluyó muchas de las referencias bibliográficas que aun hoy día son indispensable para el estudio del edificio, que dató en época almorávide. Los trabajos arqueológicos que han permitido certificar sus datos se realizaron en el año 2020 y fueron dirigidos por quien firma este texto.
Lo que ha subsistido es la planta baja de un edificio de viviendas de los años veinte del pasado siglo, regionalista, correspondiente a la ampliación de la antigua calle Borceguinería, que incluyó varias reformas, sobre todo decorativas, aunque también la reforma estructural de la parte central de la sala de las columnas y varios refuerzos metálicos. La instalación balnearia conservada se compone de tres estancias, pues la sala de la bóveda de cañón, al oeste, donde hoy está el comedor, sería la sala fría, el espacio central con columnas modernas, al este, donde está la barra, sería la sala templada y la estancia del fondo, la del lado norte, sería la sala caliente.
El acceso se realizaba por una puerta situada en el ángulo suroeste de la sala fría. Hoy esta entrada está en la medianera con el inmueble aledaño, hacia la Giralda. La sala fría mide 4.10 m de anchura y tenía originariamente una longitud de 14 m. Mientras que el extremo norte se conserva como muro medianero, el lado contrario fue demolido durante las obras que dieron origen al edificio actual, reduciéndose la longitud total. En este extremo sur había una alhanía definida por un arco geminado cuya impronta se ha conservado en la bóveda.
La sala templada es de planta cuadrada de 6.70 m de lado. En el centro tenemos hoy cuatro columnas de mármol con capiteles toscanos que definen un espacio de 3.30 m (de eje a eje). Cuatro arcos de medio punto (en origen de herradura apuntada) soportarían una cúpula esquifada, hoy rebajada, que en su momento tendría sección semicircular. Resultan asi cuatro galerías cubiertas en el tramo central por una bóveda de arista flanqueada por dos tramos de cañón. Los tramos centrales de las galerías se separan de las esquinas mediante arcos que fueron en origen de herradura apuntada, hoy recortados en la mitad, que apoyan en los muros perimetrales. Gracias a los apeos del siglo XVI conservados en el Archivo de la Catedral de Sevilla, conocemos que los soportes fueron originariamente pilares de ladrillo, pues las columnas, aun siendo del siglo XVI, es posible que se colocaran a comienzos del siglo XX. De la cúpula original no se conserva nada, salvo el octógono del arranque, hasta el trasdós de los arcos, definido por dichas arcos y cuatro pechinas en las esquinas. Evidentemente fue desmochada para uniformar el suelo de la planta alta. Las trompas están configuradas por arcos muy rebajados y presentan una arista en el centro que a modo de baquetón bajaría por el encuentro de los arcos laterales. La sala templada tendría originariamente dos puertas, una para acceder a la caliente en el centro el lado norte y otra que comunicaba con la fría en el muro occidental. Estos vanos fueron agrandados posteriormente en anchura y altura por lo que no conocemos sus dimensiones originales. Por último, la sala caliente tendría la misma longitud que el espacio cupulado y una anchura que estimamos en 3.30 m. Hoy en día esta medida está reducida por el espesor del muro medianero norte. De este sala solo se conserva una parte mínima del arco de la bóveda que entestaba con la sala fría.
La bóveda de cañón de la sala fría presenta cinco alineaciones de luceras, dispuestas a tresbolillo. Se conservan seis orificios por calle, aunque las que flanquean la clave tienen siete. La suma total es de treinta y dos luceras, y solo cuatro están incompletas. Los motivos geométricos de las luceras de la sala fría son estrella de seis puntas, estrella de ocho puntas, octógono, tetralobulada (cuatro semicírculos unidos entre sí) y cuadrilobulada (cuadrado con semicírculos en el centro de cada lado). En esta sala se puede constatar que las luceras se hicieron rompiendo la bóveda, y en algún caso, se advierte una corrección relativa a la posición. En la sala templada, las luceras se distribuyen cinco por cada bóveda vaída y diez por cada tramo central de la galería, cuatro en cada bóveda de arista y tres en cada flanco de medio punto. Harían un total de sesenta luceras, aunque sólo se conservan cincuenta y siete. No se ha conservado ninguna lucera de la cúpula, pues toda ella es moderna. En las bóvedas vaídas se repite una estrella de ocho puntas en el centro y una cuadrilobulada en cada punto cardinal. En los tramos centrales de las galerías este y oeste, encontramos dos estrellas de ocho puntas y dos cuadrilobuladas enfrentadas entre sí y en los flancos de medio punto una estrella de ocho puntas en la clave flanqueada por una lucera cuadrilobulada a cada lado. En los tramos norte y sur, el orden es el mismo, pero cambiando un motivo por otro.
La fábrica general del baño está construida con 3 cajones de tapia (0.85/0.90 m). Las esquinas y los vanos están realizados con ladrillo (30x13,5x5/5,5cm), así como todos los elementos de cubrición. La bóveda de cañón está construida con ladrillos a tizón, con un pie y medio de espesor. Toda la fábrica está revestida con un enfoscado de cal recubierto por otro que está decorado con lacería geométrica roja. El motivo decorativo general que se extendía a la totalidad del edificio, al menos en las salas fría y templada consiste en una alternancia de una estrella de ocho puntas y un diseño tetralobulado. Ambos dibujos están definidos por dos trenzas concéntricas que se van ramificando, uniendo motivos. En las luceras, el diseño se adapta para dibujar una orla según la geometría de cada hueco. En el caso de las pechinas y las bóvedas de arista de la sala templada, las aristas también se decoran con cenefas. Los intradoses de los arcos de la sala central presentan decoración de bandas en zig-zag en rojo y blanco. Esta decoración se lleva a época almohade, lo que no impide la datación almorávide.
La historia posterior del edificio se puede rastrear bastante bien en los documentos de la Catedral, que dan información desde 1252 hasta 1328 sobre su carácter balneario; en los documentos del XVI era ya una vivienda peopiedad del Cabildo a la que se entraba por la calle Don Remondo que en el siglo XIX pasó a propiedad particular.
Alvaro Jiménez