Qubba palatina del alcázar de Jerez

Población: Jerez de la Frontera
Provincia: Cádiz
País: España
Coordenadas geográficas: 36.680112 / -6.139805
Nº inventario: 374


En el vértice más meridional del alcázar de Jerez, y adosado a las murallas, existe una construcción que sin duda formó parte de las dependencias palatinas que albergaba este recinto.  Conforma este edificio una sala cuadrada de 5,25 m de lado acompañada por senda habitaciones alargada en sus dos costados comunicadas con la primera a través de arcos de 1,78 m de luz. El acceso a la sala central se realiza también mediante un arco de 2 m de ancho. El espacio central se cubre con una bóveda de ocho paños que arrancan de una pequeña cornisa en forma de nacela. Para el apoyo de la bóveda en los ángulos, se dispusieron unas trompas con la forma habitual en construcciones de este período, formadas por media bóveda de arista presentando arcos hacia el centro de la sala que conforma el octógono de asiento. La altura de la clave de la bóveda central queda a 6,10 m del suelo. En la actualidad una fuente ocupa el centro de la sala puesta en la reciente restauración. Las dos salas laterales tienen unas dimensiones de 2,35 por 5,20 m y se cubren con bóvedas de cañón que arrancan de un ligero resalte.

Delante de este cuerpo de edificación existió un pórtico, a juzgar por los arranques de los pilares que se han recrecido en la restauración de este conjunto. El pórtico tiene la típica disposición tripartita, con un vano central cuyo arco apoyaba en dos gruesos pilares de sección rectangular, y tres arcos menores a cada lado, sustentados en otros pilares cuadrados o quizás columnas. En las excavaciones realizadas en el lugar aparecieron restos de yeserías que seguramente ornamentaban el pórtico. Delante de este había una alberca rectangular de 4,75 por 13,20 m que serviría para el riego de un jardín, dispuesto en terrazas, que se extendía delante del conjunto. La alberca y el jardín quedaron mutilados y seguramente amortizados tras la construcción de un gran aljibe en época cristiana que ocupa una parte considerable de esta área. 

Este grupo principal de estancias está acompañado por otras secundarias. En el extremo más meridional del pórtico hay una puerta que da acceso a una escalera por la que se sube al adarve de la muralla y a la torre albarrana octogonal ubicada en el ángulo sur del alcázar. En el lado opuesto existía una sala de dimensiones similares a la sala principal que parece estuvo dividida en dos ámbitos por una arquería de dos vanos. El acceso a esta sala se realizaba por un vano bastante amplio situado en el extremo norte del pórtico. Inmediato a este espacio había una letrina a la que sin duda se llegaría desde el muro lateral de cierre del pórtico y a través de un pasaje con múltiples recodos para garantizar la intimidad de su uso. Toda esta zona se encuentra en ruinas. Más al norte, al otro lado de un muro que debía delimitar esta zona palatina están los restos de un dispositivo hidráulico con un pozo de planta rectangular en el que sin duda debió funcionar una noria que suministraría agua al alcázar y especialmente a la alberca del palacio y al hammam inmediato.

La forma y disposición de la sala cuadrada antes descrita responde a lo que se define como una qubba, un espacio de planta cuadrada cubierto con una cúpula o una cubierta no plana, que siempre ha tenido un significado simbólico de representación cósmica, y por tanto ligado a usos relativos a lo divino o al poder temporal que lo representa. Hay que resaltar que una forma similar de cubrición se utilizó en la sala de oración de la pequeña mezquita construida dentro del mismo recinto del alcázar. Se trataría, por tanto, en este caso, del espacio representativo del poder que se asentaba dentro de la qasba almohade de la ciudad de Jerez. Seguramente, el espacio protocolario en el que se desarrollaban las actividades más propias de un palacio: audiencias, festejos y celebraciones. Su situación en la zona más elevada del recinto, con un jardín como elemento de acompañamiento y ambientación enlaza plenamente con la tradición de la arquitectura palatina andalusí. No obstante, las restauraciones realizadas en este conjunto y de las que apenas conocemos documentación, obligan a mantener algunas reservas respecto a las hipótesis que aquí planteamos.

Aunque hay referencias textuales de la existencia de qubbas palatinas en Madinat al-Zahra y en los palacios taifas del siglo XI, esta es seguramente la construcción más antigua que se conserva de este tipo. La qubba acompañada por dos alcobas laterales es la adaptación del modelo de sala alargada con alcobas o alhanías en sus extremos, típica de las residencias andalusíes, a una forma de mayor simbolismo más propia para un uso áulico. Es por tanto un precedente de las qubbas que proliferarán posteriormente tanto en la arquitectura nazarí como en la castellana. Singularmente, resulta llamativa su similitud con la qubba del Cuarto Real de Santo Domingo de Granada, que presenta igualmente un pórtico delante de la qubba y dos alhanías laterales. Esta disposición se daba seguramente en otras construcciones del primer periodo nazarí como el palacio del Partal Alto o la qubba lateral del palacio de los Abencerrajes y sin duda en el Partal Bajo de la Alhambra, en este último caso sin alcobas. Este modelo evolucionó posteriormente con la adición de la sala alargada con alhanías, antepuesta a la qubba, cuyo ejemplo más paradigmático es el del palacio de Comares, pero que también está presente en el alcázar de Guadalajara y en alguno de los palacios de Pedro I de Castilla.

Antonio Almagro