Dār al-Sultān

Población: Tagyiyt
Provincia: Guelmim-Essmara
País: Marruecos
Coordenadas geográficas: 29.070294 / -9.401223
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: 766


Este enclave defensivo situado en las laderas más meridionales del Anti Atlas, en el extremo sur de Marruecos, plantea la duda de su adscripción como obra almohade o almorávide, dada su localización en un área más propia de éstos últimos dada su cercanía a su lugar de origen. No obstante, los recientes estudios sobre los materiales encontrados en su excavación y la tipología de la gran puerta de acceso a su recinto han movido a considerarlo una obra almohade destinada a establecer un control directo sobre un territorio y su población muy proclive al poder precedente. 

Este pequeño hábitat fortificado se levanta en la cresta de una montaña que domina los valles inmediatos en donde se puede desarrollar una actividad agrícola y donde se asentaba la población local.  Tres recintos componen el conjunto dispuestos en orden ascendente, de suroeste a noreste. El primero, el más extenso, de forma trapecial, constituía el núcleo principal del asentamiento. Su muralla posee una gran puerta en el lado suroeste y torres en las esquinas. Parece que contó además con un antemuro en el frente en el que se ubica la puerta, lugar que presenta mayor facilidad de acceso. Adosado en su esquina norte, hay otro recinto de menor extensión que fue sin duda la alcazaba que, a su vez, tiene adjunto otro recinto aún menor cuya función no resulta muy clara al estar aparentemente vacío de construcciones pero que en todo caso parece que constituía el último reducto defensivo, ya que está situado en la zona de mayor altitud. El recinto de la alcazaba posee una puerta abierta hacia el norte que permitía el acceso directo desde el campo y seguramente contó con otra puerta de comunicación con el recinto mayor.

Las viviendas que se ha excavado dentro de estos recintos son de esquema muy simple, compuestas por una estancia principal alargada con puerta central en un lado mayor y abierta hacia un patio o espacio descubierto cercado con tapias a las que se adosa alguna otra habitación de servicio. Todo está construido con mampostería de piedra local tomada con mortero muy pobre y rejuntada con mortero de cal que, en ciertas zonas, como en la puerta principal del recinto, presenta la típica preparación de golpes de paleta en forma de espina de pez, para facilitar el agarra de un enlucido hoy desaparecido. En el ángulo sur del recinto mayor existe un gran aljibe de planta rectangular formado por dos naves abovedadas longitudinales y una transversal en el extremo norte. Debía recoger el agua de lluvia de todos los recintos, ya que ocupa el punto más bajo.  Desde él se podía abastecer una alberca situada fuera del recinto que debía servir para abrevadero de animales, ya que no hay constancia de que hubiera en las inmediaciones terrenos cultivables.

Lo más singular de todo este conjunto es sin duda la puerta principal de entrada a la población, situada en el centro de frente suroeste. Constituye un bloque de edificación compacto que presenta dos torres salientes hacia el exterior de la línea de muralla, mientras los distintos espacios internos que componen la estructura se sitúan en la parte interior del recinto con forma de un gran prisma rectangular. Las torres exteriores son de planta casi cuadrada y enmarcan una portada que, pese a su simplicidad, muestra una clara influencia de las grandes puertas urbanas almohades, y muy especialmente de la Bab Aknaw de Marrakech. Dos pilastras, adosadas a los rincones de las torres rematan en ménsulas, hoy de aspecto muy tosco al haber perdido el enlucido que debía formar un caveto quizás geminado. Dos rehundidos sucesivos conforman un doble alfiz que enmarca el gran arco de la puerta. Es este de forma apuntada, sin que haya apariencia de haber tenido forma de herradura. El arco está trasdosado por otro arco de lóbulos, a modo de arquivolta, esbozado mediante lajas de piedra, pero conformado con mortero ya que el material pétreo utilizado no parece que permitía una labra adecuada. Toda la fachada debió estar enlucida a juzgar por los restos de rejuntado que se conservan con preparación para recibir una capa final de acabado de la que no hay restos en el exterior. Pese a la sobriedad y sencillez de la composición, esta no está exenta de prestancia que, en principio, no cabría esperar en un lugar tan recóndito y no cabe duda de que existió una clara intención de manifestar, a través de esta construcción, la importancia del lugar y lo que significaba, seguramente la sede de un poder local representante del estado almohade, reproduciendo a escala menor y más simple la Bab Aknaw, puerta de la alcazaba de Marrakech, sede del poder califal.

Porque sin duda, esta puerta no solo reproduce el alzado exterior de la gran portada marrakusí, sino que muy probablemente también reprodujo su esquema de planta, lo que confiere a esta estructura un valor adicional, ya que la puerta de la qasba de Marrakech ha sido gravemente alterada en sus estructuras internas originales que prácticamente han desaparecido.

Una vez atravesado el arco externo existe otro que junto con el primero genera a ambos lados los típicos rehundidos para alojar las hojas de la puerta cuando están abiertas, con la particularidad de que en el centro de cada uno de estos frentes laterales se abre una puerta que da acceso a sendas escaleras de subida a los adarves de los lienzos de la muralla inmediatos a la puerta. Es de suponer que desde estos se accedería a la terraza del edificio. Es esta una solución un tanto rara pues si la puerta está abierta el acceso a la muralla queda cerrado mientras que cunado la puerta está cerrada queda expedita la subida a los adarves. Esta curiosa solución no resulta sin embargo tan extraña en la arquitectura defensiva almohade, pues se adoptaron soluciones similares en la Bab al-Qibli del Ribat de Tit y en la puerta de Belén del recinto almohade de la alcazaba de Córdoba, aunque en estos dos casos se sitúan los accesos en las jambas de la puerta que da al interior de la población y no en la exterior.

Tras el segundo arco mencionado, se accede a un espacio oblongo dispuesto transversalmente al acceso inicial. Dicho espacio está a su vez dividido en tres tramos mediante arcos de forma apuntada, pero sin adoptar la de herradura. Los dos tramos extremos se cubren con bóvedas de arista mientras el central, que tiene planta rectangular, posee una bóveda de cañón. En el muro opuesto al acceso exterior hay tres arcos formando nichos en los que quizás hubo poyos o bancos para la guardia. Según se entra y girando a la derecha, podremos alcanzar la puerta que da al interior de la fortaleza, que tiene una disposición similar a la exterior, salvo que sin puertas de acceso a ningún adarve. En la otra dirección, en el muro del fondo, hay otra puerta de menor tamaño que podría servir para uso de la guardia cuando mantenía las dos puertas grandes cerradas, por ejemplo, por las noches. Todos los arcos internos de esta estructura son apuntados sin forma de herradura y tienen su intradós enlucido, mientras muestran en sus frentes el adovelado formado por lajas de piedra. Pese a haber sido restaurada en época reciente, es de suponer que este aspecto que hoy muestra se haya respetado los indicios o restos existentes antes de la intervención.

Como ya hemos indicado, esta estructura de entrada a la población tiene unas características muy singulares, tanto por su diseño aparente como por la organización de su planta que muestra una solución muy elaborada. La puerta constituía un elemento defensivo autónomo, situado en el lado opuesto al de la alcazaba constituyendo un núcleo de defensa con cierta autonomía. Pero además tenía sin duda una clara función simbólica para quienes a ella llegaban emulando a las puertas monumentales de las capitales del imperio almohade.

Muy posiblemente la Bab Aknaw de Marrakech, que hoy tiene su interior completamente alterado, pudo tener una solución en planta muy similar a esta de Dar al-Sultán, y de hecho así se representa en la hipótesis planteada.

Antonio Almagro


Bibliografía:
  • Yasmina Cáceres Gutiérrez, Patrice Cressier, Jorge De Juan Ares, María del Cristo González Marrero, Miguel Ángel Hervás Herrera, “¿Almohades en el Marruecos presahariano?: el ajuar cerámico de la fortaleza de Dâr al-Sultân (Tarjicht, provincia de Guelmim)”, Sauro Gelichi (ed.) Atti del IX Congresso Internazionale sulla Ceramica Medievale nel Mediterraneo, Florencia 2012.
  • Patrice Cressier, “Dar al-Sultan, les confins de l’Empire almohade”. Le Maroc médiéval. Dossiers d’Archéologie 365 (2014): 28-33.
  • Samuel Márquez Bueno, Pedro Gurriarán Daza y María Antonia Martínez Núñez, Las portadas monumentales de la arquitectura andalusí y mudéjar, t. 2. Las portadas de las dinastías africanas (ss. XII-XIII), Madrid: La Ergástula 2024.
  • Prosper Ricard, “Une forteresse maghrébine de l’Anti-Atlas (XIIe siècle)“, IVe Congrès de la Fédération des Sociétés Savantesd’Afrique du Nord, (Argel, 1939) : 641-650.
  • Fotografías: