El 6 de noviembre de 1525 el licenciado Juan Moreno dictó sentencias condenatorias, que se conservan en el Archivo Municipal de Sevilla, contra varios vecinos de la población de Dos Hermanas por usurpación de tierras realengas en la zona sur del alfoz de Sevilla, mencionando como referencia topográfica la «torre Mochuela». En la actualidad este edificio lo constituyen poco más de tres muros de tapia desmochados, ubicados cincuenta metros al sur del arcén de la A4 o «autovía del Sur», que ha desgajado esta zona del término municipal de Dos Hermanas. Se llega al decrépito olivar que fue parte de la Hacienda del Molino del Maestre, pasando sobre la autovía por la prolongación del Camino de las Portadas que viene directamente del centro histórico de Dos Hermanas.
La primera, y prácticamente única, publicación que conocemos sobre esta torrecita la describió así hace unos noventa años
«Tiene planta rectangular, de 6,25 por 5,15 metros y sus muros un metro de espesor, hallándose orientada a los puntos cardinales por sus ángulos; está construida de tapial con rafas de ladrillo y lo que de ella queda alcanza una altura de 8,75 metros. La puerta, de la que solo queda un hueco informe, se abría en el muro del sureste y daba acceso a un departamento cuadrado que estuvo cubierto con bóveda de medio cañón. La escalera de acceso a la segunda planta se hallaba al costado noreste, donde se perciben sus huellas; no siendo posible saber cómo se hallaba cubierta la planta alta por no alcanzar los muros hasta la altura del arranque de su bóveda».
Esta descripción sigue siendo válida, aunque ya no se conserva el muro de la puerta ni los rastros de huecos altos que parecen vislumbrarse en la fotografía 29 de la publicación citada. Efectivamente, está hecha de una buena fábrica de tapia de tierra rojiza de la zona, aunque el ladrillo brilla por su ausencia. En algunas zonas bajas se advierte que hay partes de mampostería bastante irregular y que la tapia adyacente es de menor calidad, como si se hubiesen aprovechado parte de los paramentos de un edificio anterior. Se advierten con claridad las huellas de las agujas de los tapiales y el cuidadoso encintando que sella las juntas de los cajones del encofrado, que es quizás lo más notable del edificio, síntoma de que estamos en presencia de un edificio del siglo XII o primeros años del XIII.
Se ve bien que para labrar la bóveda de cañón se rozaron las paredes norte y sur, a fin de encastrar la rosca, que no se conserva, aunque si ha quedado parte del calicostrado que la trasdosó. Poseyó planta alta de cuya cubrición no queda nada, sobre la que habría una azotea almenada. Es un buen ejemplo del esfuerzo de fortificación que los almohades acometieron en lo que posteriormente sería el reino de Sevilla.
Esta fue uno de las torres de vigías que aparecen dispersas por la zona, tal vez una docena de ellas, que permitían atalayar la modesta meseta que permitía divisar los muros de la ciudad de Sevilla al llegar por mediodía; de esta manera, con la colaboración de los cauces de los ríos y arroyos que drenan la comarca hacia el Guadalquivir, y la cercanía de las marismas de éste, la aproximación por tierra a la capital andalusí se dificultaba, obligando a desplazarse hacia el este a cualquiera que lo intentara.
AlfonsoJiménez