Recinto amurallado de Sevilla

Población: Sevilla
Provincia: Sevilla
País: España
Coordenadas geográficas: 37.401140 / -5.985927
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: 323a


En la actualidad se identifican dos amurallamientos, generales y distintos, en la ciudad de Sevilla. El mayor es el recinto medieval, bien conocido por la bibliografía y al que dedicaremos atención preponderante. El más pequeño, que se ha identificado en fecha reciente, concretamente en la primavera de 2021, es el ubicado en la parte central del recinto medieval, que corresponde a la ciudad romana y que, por ahora, sólo consta de un tramo de nueve metros de longitud; está hecho de sillería escuadrada, con nivelaciones de ladrillos, y relleno de hormigón hasta dar un espesor de 4,50 m. Su extensión no se conoce, pero a partir de datos indirectos se han publicado siete trazados diferentes para este recinto, dándole una superficie que oscila entre las 98 y las 30 ha. La fecha de su construcción se sitúa en el tercer cuarto del siglo III d.C., y se supone, de acuerdo con los textos, que no fue el primero que poseyó la ciudad. Su historia está vinculada a los movimientos del Guadalquivir que, tras permanecer durante un milenio relativamente estable, alojado en un canal adyacente a la muralla romana, en el siglo X se reactivó bifurcándose; al finalizar el siglo XI el cauce occidental se había separado novecientos metros, hasta quedar encajado en el trazado actual, mientras el oriental, progresivamente colmatado, terminó formando dos lagunas intramuros del recinto medieval.

Consta que en el año 848 d.C. el recinto fue reforzado y ampliado bajo la dirección de un sirio, cAbd Allāh b. Ṣinān, sin que sepamos más de su trazado o elementos, salvo que las nuevas estructuras también fueron de piedra. En 889 d.C., sabemos que, en el interior del recinto romano ampliado, existía una fortaleza aislada, el Alcázar, ubicado en la cota mas alta, cuyo emplazamiento aproximado se puede establecer, pero nada mas. En el año 913 la ciudad sufrió un asedio de varios meses al final de los cuales las murallas fueron destruidas, lo que, en la práctica debió suponer la ruina definitiva del recinto romano. Para alojar los órganos de gobierno, consta por un autor del siglo XI que en ese mismo año «construyó el antiguo alcázar llamado Dār al-Imāra, y lo fortificó con un muro de piedra alto y torres inaccesibles, que así se ha mantenido hasta hoy»; se supone que este recinto menor, que no está localizado, sería una mejora y ampliación del que existía en el año 889.

Durante la época taifa los datos son varios y contradictorios.  Según un autor del siglo XV en la época de la fitna (entre los años 1009 y 1031) el recinto de Sevilla fue reconstruido en forma de tapia de tierra; de los años siguientes, hasta 1091, hay noticias literarias de ocho palacios, o partes de ellos, alguno de los cuales puede que estuviera en el interior del Dār al-Imāra, sobre cuyos emplazamientos, tamaños y fortificaciones se ha especulado mucho, sin que conozcamos a ciencia cierta nada mas. En septiembre del año 1090 Mutamid b. ‘Abbād fue a Granada a rendir pleitesía al almorávide Yusuf b. Tasufin, convenciéndose de que lo atacaría inmediatamente, y por ello «se puso a reparar los muros y a hacer el puente», pero, tras un breve asedio, un año después, Sevilla se rindió a los almorávides. A esta época pertenece la segunda fortificación de la que tenemos restos materiales, el recinto del patio de Banderas (recinto 6º, ordenación basada en la superficie protegida); se trata de un gran rectángulo irregular de 1,6 ha de extensión, con una altura de la muralla de 11 m, y un espesor de 2,10 que protegían cinco palacios datados en el siglo XII, que ocuparon la mitad occidental del recinto murado. En el circuito se distinguen dos partes distintas, caracterizadas por los materiales, pues los frentes noreste, que se enfrenta con la ciudad y donde existe una puerta antigua de ingreso recto que ya estaba tapiada en el siglo XIV, y suroeste, paralelo la río, están hechos de grandes sillares reaprovechados, y trazados con bastante regularidad geométrica. Todo el frente que mira al noreste es de tapia, y sin la regularidad de los precedentes, concluyendo en la torre del Agua; del tramo sureste se han excavado una torre y lienzos bajo el palacio gótico denominado “Cuarto del Caracol”. En este contorno trapezoidal debieron existir unas diecisiete torres, de las que se conservan datos de siete en la parte de sillares, y seis en la zona de tapia. La muralla de piedra, cuyas torres no sobresalían de la cota del adarve, se data a finales del siglo XI; para la zona de tapia hay una datación menos explícita pues, además de la tapia, la fecha debe ser anterior a la del postigo del Atambor, que puede fecharse, como muy pronto, al final del siglo XII y que tal vez sea mudéjar.  Este recinto es el único de la ciudad cuya definición, es decir, su clausura como perímetro defensivo, es autónomo y exento, ya que su traza no necesita de ningún otro muro para su definición geométrica y, por el contrario, todos los que le rodean dependen de sus muros para obtener el cierre necesario.

Este recinto, ajeno a los que pudiera tener la ciudad, se hizo en terrenos que habían sido del puerto romano, que habían estado sometidos a los ríos y las mareas durante toda la Alta Edad Media, y que de nuevo eran habitables en la época del califato de Córdoba; lo mismo se puede afirmar del resto del contorno de la ciudad, que funcionó como gran reserva de terrenos urbanizables de una ciudad muy saturada, que ya había empezado a invadirla en el siglo X. Por ello no extraña que Abu Bakr Muhammad b. al-Arabi, cadí de la Sevilla de 1118 a 1120, seguramente preocupado por la conquista cristiana de Zaragoza, ordenó que los sevillanos entregasen las pieles de cordero de la fiesta del sacrificio para venderlas y aplicar lo recaudado a la reconstrucción de las murallas, pero, como se negaron a hacerlo, acudió a otros recursos para construirla con piedra, ladrillo y cal; quizás, por ello, costó casi una década cerrar el circuito, ya que el califa almorávide Ali b. Yusuf se vio obligado a crear un impuesto para rehacer murallas andalusíes, siguiendo el consejo explicito y apremiante del cadí de Córdoba Abū l-Walīd b. Rušd, abuelo de Averroes, para prevenir incursiones desde el norte como la de Alfonso I de Aragón, que en marzo de 1126 había derrotado a los almorávides y sevillanos en Puente Genil, por lo que «se encargó la gente de Córdoba de reparar sus muros, según la costumbre antigua, y se ocupó la gente de cada mezquita de levantar lo que le era contiguo [...] y lo mismo la gente de Sevilla». El resultado de esta iniciativa fue un recinto, el número 1 en razón de su superficie protegida, extenso pero débil, que tomó como base el tramo sureste del recinto del patio de Banderas, el número 6, al que englobó; se formó con un muro de tapia, relativamente bajo, de 2,10 m de espesor y  5  m de altura, alcanzando un perímetro de 6,66 km para proteger 266 ha, sin subdivisiones internas; sus torres, rectangulares y a veces con basamento de sillares reaprovechados, carecían de planta alta, y calculamos que pudieron ser 115; el adarve estaba protegido por un parapeto con merlones paralelepipédicos rematados por pirámides; careció de antemuro y foso, pues era como una versión reducida de la muralla de Marrakech, levantada por la misma iniciativa a causa del creciente peligro almohade, que amenazaba a los almorávides por el sur. Poseyó catorce puertas cuyos nombres convencionales y características esenciales son las siguientes; algunas se conservan muy transformadas; el recorrido empieza por la adyacente al recinto del patio de Banderas (recinto 6º) y giran como el ṭawāf, en sentido contrario a las agujas del reloj:

  • A. Puerta del Agua, de ingreso recto. Se conserva. Daba salida hacia la actual provincia de Cádiz, Tablada y las islas del Guadalquivir.
  • B. Puerta de la Carne, quizás de ingreso en recodo. Derribada en 1864. Servicio local a la Buhaira.
  • C. Puerta de Carmona, quizás de ingreso en recodo. Derribada en 1870. Daba salida hacia Alcalá de Guadaira y Granada.
  • D. Puerta del Osario, quizás de ingreso en recodo. Derribada en 1870. Servicio local a las huertas del Tagarete.
  • E. Puerta del Sol, de ingreso en recodo. Derribada en 1871. Servicio local a los molinos.
  • F. Puerta de Córdoba, de ingreso en recodo. Se conserva. Daba salida hacia Córdoba por la orilla izquierda del Guadalquivir.
  • G. Puerta de la Macarena, de ingreso recto probablemente. Se conserva. Daba salida a Mérida.
  • H. Puerta de Vibarragel, de ingreso en recodo. Derribada en 1857. Daba salida a Santiponce, Alcalá del Río y Gerena.
  • I. Puerta del Ingenio, quizás de ingreso en recodo. Derribada en 1864. Daba servicio local al vado de la isla de Quijano y el embarcadero de Córdoba.
  • J. Puerta de Goles, quizás de ingreso en recodo. Derribada en 1864. Daba servicio local a las huertas de la orilla del río.
  • K. Puerta de Triana, quizás de ingreso recto. Derribada en 1870. Daba servicio local a Triana, el Aljarafe y Niebla.
  • L. Puerta del Arenal, quizás de ingreso recto. Derribada en 1864. Daba servicio local al puerto del Guadalquivir.
  • M. Postigo del Aceite, quizás de ingreso en recodo. Se conserva. Daba servicio local al puerto del Guadalquivir.
  • N. Puerta de la Aduana, quizás de ingreso en recodo. Se conserva. Daba servicio local al puerto del Tagarete.

Este recinto hecho de tapia fue transformado por los almohades en varios aspectos concretos, según la información que proporciona, entre otros, el cronista cAbd al-Malik b. Muḥammad b. Ṣāḥib al-Ṣalāt, cuyos datos generales van de 1159 a 1173, pero con una ampliación dedicada especialmente a Sevilla que cubre los años de 1171 a 1198 con bastante detalle; con carácter general incrementaron la altura del muro almorávide y de sus torres y construyeron el antemuro y el foso; además añadieron y modificaron recintos interiores y exteriores y incrementaron las defensas de puntos concretos. Todo ello se hizo con tapia, sobre zócalos de sillería casi siempre y partes altas de ladrillo; al conjunto se le dio una terminación epidérmica muy característica para proteger la tapia, un falso aparejo que le dio el aspecto de estar hecha la muralla de grandes sillares. Esta labor de refuerzo cubrió prácticamente toda la etapa almohade, siguiendo estos sus hitos cronológicos:

Año 1150. A los tres años de la sumisión de la ciudad a los almohades, y tras no pocos problemas, se decidió construir «una alcazaba en Sevilla para que a ella se trasladaran los almohades residentes en el barrio del Cementerio, por las quejas de la gente (...) determinaron el lugar (de esta alcazaba), el mismo en que hoy se halla, sacando a sus habitantes de sus casas y compensándoles en la medina con otras casas (...) demolieron la muralla de Ibn cAbbad y con sus piedras construyeron esta alcazaba»; este debe ser el recinto 4º, el del Cuarto Real, que es claramente una ampliación del recinto 6º (patio de Banderas, identificado como «muralla de Ibn cAbbad»), aprovechando parte de sus muros y detrayendo 4,14 ha de la extensión general, la del recinto 1º.

Año 1165. Fecha correspondiente a la construcción de un palacio de un hermano del califa, llamado «Abu Hafs, que le construyó Muhammad b. al-Mucalim, su almojarife, sobre el río de Sevilla, fuera de la puerta de al-Kuhl», que se ha identificado con la puerta N o puerta de la Aduana.

Año 1169. Consta que el califa almohade Abū Yacqūb «mandó reconstruir sus murallas por el lado del río, a su costa, después que las derribó la inundación grande, que salió por sus costados y su región el año 564. La construyó de piedra y cal, desde ras de tierra hasta la altura que tiene hoy [...] Edificó las rampas cubiertas de las puertas de Sevilla, por el lado del río, en prevención de la corriente, que se desbordaba sobre ella». Este texto aclara que los almohades restauraron y reforzaron un trazado previo.

Año 1171. El cronista indica que, además del puente de barcas sobre el Guadalquivir y sus muelles, «mandó también el Amir al-Muminin construir sus palacios hermosos y felices llamados la Albufera (Buhayra), en las afueras de la puerta de Yahwar de Sevilla», puerta que es la que hemos denominado “Del Agua”, adyacente al recinto 6; en la misma fecha mandó el califa levantar las dos alcazabas, la interior (recinto 5º, denominado Triunfo, que detrajo alrededor de cuatro hectáreas del recinto urbano) y la exterior (conjunto de los recintos 2º  “Huertas” y 3º “Jerez”, que agregaron al recinto mayor 4,27 y 1,46 ha respectivamente); esta ampliación quedó defendida por un muro exterior nuevo, denominado «muro de la puerta de Yahwar», pues en ella empieza; otro noticia indica que «Labró la alcazaba interior y la exterior en las afueras de la puerta de al-Kuhl», ubicada en el extremo opuesto del  «muro de la puerta de Yahwar». Además, menciona como construidos en este año «los fosos de las fortificaciones», lo que implica también la construcción del antemuro.

Año 1172. La conducción de agua de los caños de Carmona, para surtir el recinto 6º, obligó a recrecer un trayecto del muro almorávide, que inutilizó su adarve y almenas, desde la puerta de Carmona a la puerta del Agua, es decir, el 12 % del circuito original; para ello se subió el adarve 2,5 m entre los años 1171 y 1172, lo que llevaría a subir el del resto del recinto 1º en los años siguientes, incluyendo la construcción de cámaras abovedadas en las torres. En el mes de mayo «empezó el Amir al-Muminin a delinear el emplazamiento de esta mezquita noble y hermosa. Se demolieron para ello las casa a la entrada de la alcazaba».

Año 1184. Como parte de la ultima fase de la nueva mezquita mayor se decidió hacer el alminar «Mandó construirlo el Amir al-Muminin Abu Yacqub, hijo del Amir al-Muminin, cuando llegó a Sevilla, para su campaña contra Santarem, el 13 de Safar del año 580 (26 mayo 1184) [...] mandó a su gobernador Abu Dawud Yalul b. Yaldasan, que se ocupase durante su ausencia por la campaña, en construir una muralla fuerte en la alcazaba de Sevilla, que pasase desde el principio de su construcción por delante de la explanada de Ibn Jaldun, dentro de Sevilla», muro que constituyó, por breve tiempo, el límite urbano de la Alcazaba interior, pero no se terminó pues, si bien en 1184  «Empezó Abu Dawud por derribar casas y excavar los cimientos de la muralla, delante de la explanada y así continuó cerca de mes y medio, hasta que murió Abu Dawud. A raiz de ello, murió también el califa Amir al-Muminin en la expedición citada», pero inmediatamente «Cuando fue proclamado, después de él, el Amir al-Muminin, Abu Yusuf, en Sevilla renunció a construir la muralla de la alcazaba», volviendo al muro anterior, que, no obstante, se adaptó al trazado de la aljama. Este mismo año mando el califa Abu Yacqub «edificar una atarazana para las naves, que llegase desde la muralla de la alcazaba que da sobre el río en la puerta Bab al-Qatay (de las naves) hasta el pie, el nivel más bajo, contiguo a la puerta de al-Kuhl»; este establecimiento quedó protegido por dos muros de tres metros de espesor y almenas a dos caras, que hemos denominado “de la Moneda”, el 8º recinto en extensión, que añadió 0,91 ha a los precedentes, pues quedó al exterior del recinto almorávide, como continuación formal de la alcazaba exterior, con lo que la extensión total protegida alcanzó las 272,64 ha.

Año 1201. Sabemos que «una gran riada derribó la muralla entre la puerta de Triana y la del Almuédano, en la parte de Los Harineros […] por donde está La Alberca abrió una brecha de unas cuarenta brazas [...viéndose] como las barcas, por la riada, cruzaban por la puerta del Pasadizo de las Mujeres, y por la puerta de los Perfumistas, entrando y saliendo por la puerta del Almuédano […] vi las barcas cruzando por delante del adarve de los Curtidores, cerca de la aljama de Ibn cAdabbas, y por delante del alcázar que está próximo al zoco de la puerta de Hierro». Ya he utilizado una parte de esta noticia, la del final, y aunque hay pocos apoyos externos para localizar los demás lugares, arriesgaré el siguiente. Si la puerta de Triana era la histórica, y no parece que exista otra posibilidad teniendo en cuenta que ya existía el puente de barcas, la del Almuédano puede ser la que se llamó Real, si es que el río rompió más al norte, por un sitio anómalo, o la del Arenal, si lo hizo por el lugar que acostumbraba en tiempos más recientes, al sur, en cuyo caso la Alberca, lugar ubicado entre las dos puertas anteriores, quizás corresponda a la laguna que históricamente se llamó de la Pajería, uno de cuyos límites era la calle Harinas, o Harineras, topónimo de época cristiana.

Año 1220. Un cronista afirma que «Abu-l-Ala es el que construyó las dos torres de la puerta de al-Mahdiyya y la fortificó; también edificó la Torre del Oro en Sevilla, cuando gobernó esta ciudad en nombre de su padre», obra que formaría parte de trabajos más amplios, pues en la zona de la Macarena está la llamada “torre Blanca”, que se formó forrando una torre normal hasta darle planta ochavada, con lo que invadió el espacio del foso, recibiendo la terminación antes indicada, con encintados para proteger las juntas de la tapia.

En 1247, estos muros, construidos, reforzados y reparados varias veces a lo largo de noventa años, resistieron desde el mes de julio un asedio terrestre y naval que duró 17 meses y aunque no volvieron a sufrir tanto, lo cierto es que se repararon en multitud de ocasiones, sin cambiar los criterios constructivos, hasta que, en época de los Reyes Católicos, empezó un proceso de transformación muy distinto. Las lecturas de paramentos y de documentos acreditan la continuidad de los procedimientos y las formas sin cambios sustanciales.

Alfonso Jiménez


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