La mezquita de la qasba es, junto con los restos de la puerta que se conservan a escasa distancia, el único testimonio que queda del antiguo recinto construido en época almohade para albergar la sede de los gobernadores de Ifriqiya. La construcción de esta mezquita corresponde ya al final del poder almohade en la región pues fue levantada por Abu Zakariyya I (r. 1230-1249), hijo y sucesor de ‘Abd al-Wâhid ibn Hafs, ultimo gobernador nombrado por los almohades. Al ascender su hijo al gobierno, se independizó de los califas de Marrakech dando origen a la dinastía hafsí. La mezquita se inció en 1231 y se inauguró el viernes 23 de octubre de 1235, según reza una inscripción situada sobre al mihrab, si bien el alminar se había concluido dos años antes de acuerdo con otro gran epígrafe colocado en su fachada oriental. Otra pequeña inscripción colocada en la parte inferior derecha de la anterior nos proporciona el nombre del arquitecto: ʿAli ibn Muhamad Ibn Qasim.
El edificio principal de la mezquita que alberga la sala de oración no responde a los modelos característicos de las otras mezquitas levantadas por los unitaristas sino que resulta más propio de la tradición local. Se trata de una construcción rectangular de 32 x 25 m con un grueso muro perimetral construido con tapia. Su orientación es concorde con la de otros oratorios almohades pues su qibla tiene la dirección de 165° respecto al norte. Destacan como anomalías respecto a la mayoría de mezquitas almohades la ausencia de patio, la proporción más alargada que ancha de la sala de oración y la disposición de las naves cubiertas con bóvedas de arista sostenidas por columnas dispuestas en cuadrícula totalmente regular de 7 x 9 tramos, con igual separación entre ellas tanto en una dirección como en otra. Resulta especialmente chocante que las bóvedas sean continuas, sin la presencia de arcos de refuerzo, lo que confiere al espacio un carácter isótropo, sin que se enfatice ninguna dirección pues las naves son todas de parecida anchura y pueden considerarse tanto paralelas al muro de la qibla como perpendiculares a él. El uso de columnas en lugar de pilares puede responder a una tradición local ligada a las grandes mezquitas de Qairawan y la Zeituna del mismo Túnez y quizás a la existencia de abundante material de expolio en la zona proveniente de construcciones de la Antigüedad.
Las columnas rematan en capiteles de estilo hafsí, también característicos en la tradición local y que resultaron una invención de gran fortuna por la pervivencia que mantuvieron, siendo esta una de las primeras construcciones en que aparecen. Están constituidas estas piezas por un tronco de cono invertido que en su parte superior pasa a planta cuadrada mediante unas hojas vegetales muy estilizadas que se desarrollan en toda su altura, dispuestas en los cuatro ángulos, a las que acompañan otras más estrechas en el centro de cada frente. Un cimacio en forma de caveto soporta un cuerpo prismático a modo de ático del que arrancan las bóvedas en una solución sobria y elegante.
Prácticamente no existen otros elementos decorativos en toda la sala salvo en el espacio inmediato al mihrab en que se concentra toda la ornamentación de este espacio. El mihrab tiene un arco de herradura circular con dovelas de piedra alternando blancas y negras y sostenido por dos columnas con capiteles de estilo hafsí. El nicho carece de decoración en su interior. Las columnas que determinan el tramo inmediato al nicho tienen una fina decoración superficial polícroma que se extiende a los cuerpos prismáticos superiores. Sostienen cuatro arcos angrelados cuyas albanegas alojan yeserías con ataurique y soportan una bóveda de mocárabes contenida en un cuerpo que sobresale en la cubierta con forma de cúpula sobre tambor ochavado. Sobre el nicho del mihrab, dentro de un arco, está la inscripción conmemorativa de la construcción de la mezquita y en un lateral otra que rememora la restauración en época otomana (1584), momento al que debe corresponder el almimbar fijo de mármol situado al lado derecho y que tapa una puerta por la que quizás salía otro anterior móvil de madera, como es habitual en las mezquitas occidentales.
La sala de oración tiene actualmente siete puertas de acceso para los fieles, tres en el lado norte y cuatro en el oriental. En el muro de la qibla existen dos puertas, una que da paso a una habitación destinada al imán y la que debió servir para el almimbar. En el muro occidental no hay ningún hueco. Hoy no es posible saber qué huecos son originales y cuáles no, ya que las intervenciones de restauración, sobre todo las más recientes, hacen imposible un análisis de las fábricas y los paramentos. Bajo la sala de oración existe un gran aljibe de planta trapezoidal que ocupa la mayor parte del subsuelo, compuesto por cinco naves separadas por pilares y columnas. Se accede a él por un hueco existente en la parte frontal de le mezquita y por otro dentro de la sala de oración.
En los lados norte y este existen pórticos adosados al cuerpo de la sala de oración, con ocho arcos en el primero y once en el segundo, aunque dos de ellos queda ocultos por el alminar. Tampoco es posible asegurar que estos pórticos correspondan a la obra original. Los arcos apoyan en columnas con capiteles de estilo hafsí, algo que, como ya se ha dicho, no permite fijar una cronología precisa dado el extenso uso que se ha hecho de estas formas, casi hasta la actualidad. Precisamente el alminar, que es el elemento que mejor responde a los cánones almohades, ocupa una posición un tanto extraña, separado del cuerpo de la mezquita y girado hacia el sur respecto de aquél hasta alcanzar los 179,3°, prácticamente la dirección norte-sur. Se sitúa en el ángulo noreste del edificio, adosado al pórtico oriental y parece que estuvo en contacto por su cara oeste con un muro que llevaba una dirección desviada y que pudo formar parte del perímetro de cerramiento de la qasba.
El alminar es una torre de 7.05 m de lado y alrededor de 22 m de altura en su cuerpo principal. Sigue el diseño característico de los alminares almohades y en particular del de la mezquita de la qasba de Marrakech. Está construido con sillares de una piedra caliza blanca conocida localmente como piedra kadel, muy compacta, utilizada en las esquinas, molduras y elementos de las sebkas que decoran sus cuatro fachadas. El fondo de los paños está relleno con una piedra arenisca calcarenita de formación sedimentaria marina llamada piedra hauariya. Su color amarillento contrasta con la blancura de la caliza dando una sensación de policromía que se ve acentuada por la presencia de paños de azulejos en la zona alta.
La torre presenta un zócalo de mayor anchura y dos registros rectangulares ornamentados, uno mayor que ocupa gran parte de cada fachada y otro de menor altura en la zona alta. El registro inferior está ocupado por tramas de sebka de trazado mixtilíneo geométrico formado por tramos rectos formando ángulos combinados con otros circulares componiendo dos modelos distintos, uno más simple dispuesto en las caras norte y sur y otro algo más complejo que rellena las otras dos caras. En ambos casos las tramas arrancan de arquerías ciegas soportadas por columnillas de mármol con capiteles de estilo hafsí. Los arcos son seis en el primer caso y solo cuatro en el segundo, en donde se generan claves colgantes en esos arcos. El frente oriental, que da hacia la medina, es el que tiene un tratamiento más importante, pues a media altura del recuadro de sebka vuelen a aparecer dos arcos sobre tres columnas que albergan la inscripción fundacional de la edificación del alminar.
El registro decorativo superior es similar en los cuatro lados y está compuesto por tres arcos con dovelas alternas de colores blanco y negro que se apoyan en cuatro columnas. Los arcos quedan bordeados por un paño de azulejos a modo de alfiz. De estos arcos dos son huecos abiertos y el central es ciego. La azulejería que hoy existe no es almohade y debe haberse repuesto en algún momento posterior. Remata el cuerpo principal de la torre un almenado de merlones escalonados. Por encima del cuerpo principal del alminar sobresale un segundo cuerpo a modo de linternón, rematado con almenas y un tejado piramidal en cuyo vértice se inserta el vástago de un yamur con cuatro esferas y con una media luna en su extremidad. En cada cara del linternón hay un arco decorativo con dovelaje alterno en blanco y negro y cuyo tímpano y espacio entre jambas se rellena con azulejería.
Antonio Almagro