El postigo del Atambor es una pequeña puerta situada en el frente oriental del recinto más antiguo del Alcazar o qasba de Sevilla, concretamente en la calle Judería, nombre que recibe esta vía desde 1943. En realidad este postigo no tenía relación directa con el cercano barrio judío, sino que permitía una comunicación inmediata y discreta entre el recinto palatino y el territorio extramuros al este del Alcázar, pero sobre todo con la cercana finca de la Buhayra a través de la puerta del recinto urbano llamada del Agua; esta está ubicada a escasos 50 m de distancia y por la que, atravesando la muralla y cruzando el arroyo Tagarete por una alcantarilla, se podía alcanzar la finca de recreo de los califas almohades, distante menos de un kilómetro. Desde el postigo a la puerta discurría un muro, que aún se conserva en parte, y que formaba una «barbacana», como la rotula el plano de hacia 1608 atribuido a Vermondo Resta. Por la documentación posterior al reinado de Pedro I, podemos deducir que era el acceso inmediato desde el campo a las extensas caballerizas del palacio, ubicadas en el patio de Banderas.
La primera mención concreta de su nombre, aunque indirecta, es la del bachiller Peraza que cita, antes de 1536, «El Varrio del Atambor a Santa Cruz, se llama por que allí ivan a tañer los negros con su atambor los domingos», al que siguen otros testimonios que acreditan tanto la puerta propiamente dicha, con sus hojas de madera, como el barrio homónimo; puede que el nombre original fuera «puerta de los Atabales» pues, en Marrakech, la puerta de la Alcazaba que se relacionaba con la zona de la mezquita de la qasba, construidas a fines del XII por el califa almohade que acabó la Giralda, se denomina bāb al-Ṭubūl, es decir, puerta del Atambor o de los Atabales, apelativo que las crónicas almohades justifican plenamente en Sevilla, tanto en 1171, cuando se tendió el puente de Triana, como en 1172, al correr el agua por la parte urbana de los caños de Carmona, pues todo se inauguraba a golpes de tambor.
Esta pequeña puerta tiene una forma bastante particular. Se ve claramente que no formaba parte del recinto inicial del alcázar, pues se adosa por el exterior a un lienzo de la muralla y a una torre, de las que pertenecen a la etapa almorávide, realizada con obra de tapia para completar la muralla empezada a construir por al-Mutamid ibn Abbad en los lados norte y oeste con grandes sillares de expolio; el volumen de la puerta, acrecentado por la cámara construida sobre ella, que tiene un balcón enrejado sobre la calle Judería, subían hasta la cota del adarve de la muralla y el suelo de la cámara de la torre precedente, cuya decoración de listeles horizontales está un poco más arriba de la que tiene el volumen de la puerta, tanto por el frente como por el costado exento.
Es muy probable que este postigo se abriera en época almohade con el fin de facilitar la comunicación entre los palacios urbanos y la finca de recreo y la periferia sureste de la ciudad. El postigo está concebido como una entrada en recodo, cuyo acceso no da frente a quien se aproxima en dirección perpendicular a la muralla, sino que se abre en un lateral en la citada calle. Una vez atravesada la puerta exterior, se debe hacer un giro a la izquierda para atravesar la muralla por una segunda puerta que da entrada al recinto. En la actualidad, traspasada esa segunda puerta se debe girar a la derecha de nuevo para enfilar un estrecho callejón semicubierto que conduce hasta el patio de Banderas, que ya aparece en el citado plano del siglo XVII.
La puerta exterior está formada por dos arcos de 2,05 m de luz, dispuestos en paralelo dejando la distancia justa para que los portones que cerraban la puerta, cuando esta estaba abierta, quedaran alojados entre sus jambas. Este espacio se cubre con una bóveda rebajada dispuesta en la misma dirección que los arcos. En la cara interna del arco exterior se conservan las gorroneras de piedra en donde giraban los portones. El arco exterior era de medio punto, aunque se encuentra muy deformado por la erosión causada por la circulación que ha hecho desaparecer prácticamente su jamba derecha. Tras atravesar la puerta se accede a un espacio cuadrado de 2,64 m de lado cubierto con una bóveda de ocho gajos apoyada en una pequeña cornisa con forma de nacela y planta octogonal. El paso de la planta cuadrada al ochavo se realiza mediante arcos rebajados dispuestos diagonalmente que forman los frentes de trompas con forma de medias bóvedas de arista. La puerta existente en el lado derecho de este espacio es sin duda moderna, pero la ventana frontal es un arco por el que se accedía a una habitación de dimensión similar al espacio cupuliforme, que estaría destinada a cuerpo de guardia. Lo más reseñable de esta habitación es la forma de su cubrición que se levanta por encima de una pequeña cornisa en nacela que recorre todo el perímetro cuadrado, similar a la de la cúpula del espacio principal. Está formada por cuatro arcos que atajan los rincones que apoyan en el centro de cada lado y determinan un cuadrado central dispuesto en diagonal y cuatro triángulos en las esquinas. Estos triángulos se cierran con medias bóvedas de arista mientras el cuadrado central lo hace con una entera. Esta singular disposición es semejante a la que existe en la zona central de la sala templada del hammam del alcázar de Jerez de la Frontera, dato que sustentaría la datación almohade de esta obra.
En el lado izquierdo del espacio cupuliforme principal se abre otra puerta, similar a la descrita de acceso desde el exterior, que daba paso al interior del alcázar. También está formada por dos arcos paralelos entre cuyas jambas de encajaban los portones, atestiguados por sus gorroneras. De este modo la guardia de la puerta podía cerrar el paso por ambos lados quedando encerrada en su interior, disposición habitual en casi todas las puertas urbanas de este periodo. Lo más probable, como ya se ha indicado, es que sobre estos arcos y cúpulas existieran unos espacios similares que tendrían como misión igualar la altura de este volumen con la cota del adarve de la muralla almorávide del patio de Banderas. La presencia de un arco, hoy cegado, en el lateral derecho del espacio existente entre los dos arcos de la puerta interior, permitiría suponer que fuera el acceso a una escalera para subir a dichos espacios superiores y a la terraza. Esta ubicación de la escalera, cuyo acceso queda oculto cuando el portón está abierto, la encontramos en otras puertas almohades como la puerta de Belén en Córdoba, la Bab Dukkala de Marrakech, la Bab al-Qabli del Ribat de Tit y la puerta de Dar al-Sultán.
En el costado de levante, donde vemos la puerta moderna, existe un arco que en el plano de hacia 1608 salía a la ciudad de forma directa, aunque ahora da paso a una vivienda, cosa que viene sucediendo desde 1872, o antes, pues así aparece en un plano dibujado entonces por el arquitecto Joaquín Fernández; probablemente allí se iniciaba la calle y barrio del Atambor, que hoy son la plaza de Doña Elvira y la calle de Rodrigo Caro. Recordemos que aún a mediados del siglo XX este postigo y sus accesos eran de uso restringido a partir de cierta hora de la tarde y hasta la mañana siguiente, como lo fueron las puertas de la ciudad hasta bien entrado el siglo XIX.
Prácticamente, toda la fábrica de este postigo es de ladrillo visible en arcos y bóvedas. Los muros, hoy cubiertos por enlucidos y pintados de blanco, pudieran ser de tapia. A juzgar por el nivel del umbral de la cercana puerta del Agua, y por las proporciones muy rechonchas que hoy presentan los arcos de paso, con poco más de dos metros de altura, es muy probable que el suelo original de este acceso al Alcázar se encuentre casi dos metros por debajo del actual.
Antonio Almagro y Alfonso Jiménez