Este asentamiento, también denominado Los Castillejos, se localiza en el extremo Suroccidental del valle formado por los ríos Hornos y Trujala en la Sierra de Segura. Su emplazamiento se sitúa entre las localidades de Cortijos Nuevos y Rihornos, y entre la pedanía del Ojuelo (Segura de la Sierra) y el río Hornos que pasa aproximadamente a 750 m de este antiguo establecimiento. Respecto al río Hornos, el emplazamiento de Gutamarta es casi simétrico al cercano núcleo de Altamira.
Es posible que el singular topónimo de Gutamarta pudiera proceder de la ciudad siria de Guta o Ghuta, situada en la campiña de Damasco. En las crónicas de la conquista cristiana del territorio de Segura, en documentos firmados en 1273 por Pelayo Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, se cita el lugar de ‘Guta’, como uno de los sitios donde se arriendan los impuestos pertenecientes a la orden santiaguista. Algunos autores identifican ‘Guta’ o los ‘Villares de Gutta’, con el actual núcleo de Los Villares, en el municipio de Elche de la Sierra (Albacete), aunque sin demasiados datos sólidos que avalen dicha correspondencia. El núcleo citado en las fuentes medievales también podría ser este establecimiento de Gutamarta.
Los pocos restos que aún quedan visibles en Gutamarta forma parte de un articulado sistema de estructuras hispano-musulmanas, construidas durante el siglo XII, de las que aún se conservan más de cuarenta vestigios en el valle de los ríos Trujala, Hornos y Guadalimar. Un conjunto patrimonial que dibuja un excepcional paisaje antropizado en el interior de la Sierra de Segura, al Noreste de la provincia de Jaén. Se trata de un territorio que perteneció al ʿamal Šaqūra, antigua amelía o distrito andalusí perteneciente a la cora de Jaén y cuyo ámbito de influencia fueron las cuencas altas de los ríos Segura, Guadalimar y Guadalquivir. Este territorio serrano fue ocupado por los almorávides en el año 483/1091 y, posteriormente, por los almohades en el año 564/1169.
Gutamarta mantiene contacto visual con los núcleos de Altamira, Orcera y Segura de la Sierra. El emplazamiento del asentamiento está en la vertiente Norte de un promontorio, lo que permite controlar una amplia área de terreno vinculada al río Hornos con una topografía muy plana y suave, poca escorrentía, fácilmente irrigables y con una superficie aproximada de 340 hectáreas. La pauta común en los asentamientos ubicados en la parte baja del valle y con una altitud media de 700 m.s.n.m., es que se sitúan siempre en ladera o en pequeñas mesetas, nunca en lo alto de un cerro. Su altitud relativa es baja pero suficiente como para estar libres de inundaciones, protegidos de vientos y con capacidad para controlar desde su posición un área cercana de influencia, con una topografía relativamente suave y cuya superficie varía entre las 190 y 415 hectáreas. La tierra disponible para cultivar y la capacidad de irrigación serían las principales variables que determinarían la instalación de estos asentamientos, estrechamente relacionados con la red fluvial, los acuíferos y los caminos.
Ese patrón aparece en este valle serrano en los asentamientos de Gutamarta y Altamira (Segura de la Sierra), La Torre (Orcera), Bujaraiza (Hornos), El Cardete y Fuente de la Torre (Benatae). Se ha podido comprobar que la pauta se repite también en sitios donde hay documentadas torres desaparecidas, como en el caso de Catena, y en lugares que se han transformado en núcleos urbanos como sucede con las villas de Torres de Albánchez, Orcera o Benatae. Es posible que este tipo de asentamientos fueran poblamientos rurales habitacionales y/o productivos (alquerías o aldeas). Las torres que en ellos se conservan cumplirían múltiples funciones, no solo militares o defensivas, sino también agropecuarias, productivas o de almacenaje, además de ser un eficaz sistema de comunicación que triangula el territorio, ya que la altura de las torres evita ángulos ciegos o puntos muertos ocasionados por la topografía, los árboles o por las propias casas del poblamiento.
Los restos del asentamiento de Gutamarta están en un estado de conservación ruinoso, están muy deteriorados y casi han dejado de ser visibles en su totalidad. Hay que reseñar, por desgracia, la rápida e intensa destrucción que han sufrido los restos de esta fortificación en las últimas décadas. Cuando todavía no han pasado ni cuarenta años que el pintor Francisco Cerezo Moreno dibujó los imponentes restos de la torre de Gutamarta, hoy en día, no es posible reconocerla en el lugar. Una circunstancia que es un indicio del acelerado proceso de degradación que está sufriendo este patrimonio rural en las últimas décadas. Los pocos vestigios que aún se aprecian forman parte de las ruinas del antiguo cortijo que ocupó la ubicación del castillejo. En la actualidad sólo es posible constatar la presencia de la base de una torre y algunos restos de lienzos del recinto, todos ellos construidos en fábrica de tapial con hormigón de cal. También se aprecian tallados de rocas en lugares que podrían haber sido cimentaciones de los muros del recinto.
El conocimiento adquirido sobre este asentamiento y los restos que aún se conservan ha sido posible gracias a los trabajos llevados a cabo en el #ProyectoSegura (HAR2014-53866-R), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Una investigación que ha permitido extraer datos inéditos de quince asentamientos rurales hispano-musulmanes con restos de torres, castillos o infraestructuras hidráulicas y obtener resultados relativos a su cronología, tipología, morfología, sistemas constructivos o implantación en el territorio.
Santiago Quesada-García (Universidad de Sevilla)