Puerta de la Pescadería

Puerta del Arquillo

Población: Aznalcázar
Provincia: Sevilla
País: España
Coordenadas geográficas: 37.304297 / -6.252841
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: 260


Lo que llamamos «Arco de la Pescadería», en la población aljarafeña de Aznalcázar (Sevilla), es la suma de una fortificación de época andalusí, una cilla del XVI, que visitó Cervantes en 1593 y una casa-cuartel, conjunto que desde su cuidada restauración de 2011 se denomina “Centro Cultural El Arquillo».

La parte andalusí sirve como ejemplo tanto de lo que sabemos de las fortificaciones como de las importantes lagunas que tenemos sobre el tema. Tanto la fábrica, que es esencialmente tapia, como el contexto documental, que no empieza a dar detalles hasta mediados del siglo XII, invitan a llevar este caso a la época almohade, como un buen ejemplo del enorme esfuerzo que se hizo en esta época para fortificar Al-Andalus en general, como esta comarca, el occidente sevillano, en particular. Por ello carece de sentido analizar la datación propuesta por la primeras publicación que tuvo en cuenta el caso, el Catálogo Arqueológico y Artístico de la provincia «La puerta ofrece en su trazado general las características romanas, teniendo sus dos entradas, interior y exterior, en el mismo eje y formadas por arcos de medio punto unidos por bóvedas de cañón seguido»; así empezó su descripción acompañada de unas interesantes fotografías y los primeros dibujos que conocemos y que constituyen, con algunas referencias documentales, lo más interesante de aquella publicación pionera en lo que concierne a este monumento.

La primera constatación es que lo conservado es una parte mínima de las fortificaciones de tapia que protegían la cresta donde se asienta la población; como hasta el año 1546 se documenta el «castillo de esta villa», cabe la posibilidad de que, además del recinto urbano hubiese algún tipo de alcazaba cercana a la puerta que estamos analizando. En cualquier caso, se ubica en el lado occidental del recinto y era seguramente la que permitía un acceso más directo hacia el río Guadiamar, de cuyo presunto "puente romano" dista unos quinientos metros. Aunque la construcción se encuentra muy alterada por las transformaciones sufridas al haberse utilizado para la construcción del almacén regulador de grano, su estructura original puede analizarse con bastante fiabilidad, recordando además la disposición de otro conjunto monumental, el de Palma del Rio (Córdoba), donde encontramos, prácticamente, una superposición similar de épocas y funciones.

Se trataba de una puerta con recorrido en recodo simple y con acceso lateral, dispuesta dentro de un volumen o bastión de planta rectangular adosada externamente a la muralla y dotada de una torrecilla en su ángulo suroeste para mejorar el fuego de flanqueo y aumentar las dificultades de aproximación con ánimo hostil. Como la mayoría de las puertas construidas en los siglos XI y XII tenía dos puertas, una que daba hacia el campo y otra hacia la ciudad, lo que permitía una autonomía defensiva respecto al resto de la muralla, pues la guardia podía permanecer encerrada en su interior. Se llegaba a la puerta viniendo del sur, aunque el acceso se realizaba por el lado oriental de modo que el arco de entrada quedaba prácticamente oculto a quien se aproximaba. La puerta exterior está formada por dos arcos puestos en paralelo, uno dando frente al exterior y el otro enrasado con la pared oriental del espacio interno. Son de medio punto prolongados en forma de herradura que arranca de impostas de piedra con vuelo en nacela, mientras el resto de la fábrica es de ladrillo salvo las claves que también son de piedra. Entre ambos quedaba el espacio para permitir el giro de los portones con los que se cerraba el paso. Este espacio se cubre con una bóveda de cañón. Ambos arcos cuentan con un sencillo alfiz rectangular que arranca de las impostas. Destacan los arcos, cuya anchura es de 2,65 m, y que se conservan prácticamente íntegros, aunque con estructuras modernas adosadas.

Traspasada esa puerta se llegaba a un espacio rectangular de 7,40 x 5,35 m del que carecemos de información respecto a si estuvo cubierto o si se trataba de un patio a cielo abierto. Según se entraba, a mano derecha había otra puerta de estructura similar que daba acceso a la población. Actualmente, otro arco abierto en el muro meridional permite un acceso directo hacia esta puerta que solo conserva las jambas de la original, ya que los arcos aparentemente han sido renovados y no mantienen su forma original, que debió ser de herradura como en los de la puerta exterior. Esta puerta está situada en la línea de la muralla, que hacia el este se conserva en un pequeño tramo, aunque en la otra dirección no resulta visible cómo y por donde continuaba. La contigüidad de ambas puertas deja un espacio en la parte occidental que pudo estar aprovechado para ubicar ahí una escalera por la que subir al adarve de los muros o a la terraza, si es que existió.

Como se ha indicado, la puerta sufrió una importante transformación cuando los problemas bélicos se alejaron de la comarca, cuando se abrió el arco en su muro meridional para hacer el acceso directo evitando el recodo y se construyó sobre su estructura el pósito municipal. Para ello se levantó un muro central dentro del espacio interno de la puerta en que se dispuso un arco para permitir el paso directo logrado con la apertura del arco en el muro sur. Este muro se prologó hacia el oeste impidiendo el primitivo acceso a la puerta exterior que quedó fosilizada dentro de la nueva estructura. El muro central sirvió de apoyo intermedio de dos bóvedas de cañón paralelas con que se cubrieron todos los espacios de la planta baja y sirvieron de sostén al almacén de grano dispuesto en una planta superior organizada en dos crujías separadas por una fila de arcos cuyos pilares apoyan en el nuevo muro construido en la planta baja. El granero está cubierto por un tejado a dos aguas sostenido por dos estructuras de colgadizo. El edifico ha sido restaurado recientemente dejando visibles los elementos conservados de la puerta original, aunque en su apariencia externa se ha preservado las formas y acabados de la obra moderna.

La historia documentada de Ḥiṣn al-Qaṣr empieza en 1147, pues tras la toma de Sevilla por parte de los almohades se les entregaron Tejada y Aznalcázar, que participó en los años siguientes en las sublevaciones contra el poder de los unitarios, señal de que era una población fortificada de cierta importancia. Consecuentemente sufrió las incursiones portuguesas, como la de 1182, pues  «El año 578-7 ocurrieron grandes desgracias en el Andalus; una de ellas fué que la caballería cristiana de Santarén y Lisboa llegó a la aldea de Xaluna, en el Axarafe y cayó sobre ella con 1.000 caballos y 1.000 peones; mató a los musulmanes que encontró, cautivó, robó y razió la parte de Alcázar y otros castillos y se marchó por el camino de Niebla, con grandes riquezas, llevando a los musulmanes aherrojados»; lo más probable, como supone González y González en el estudio del Repartimiento de Sevilla, es que la derrota ocurriera a la vista de Aznalcázar, tal vez en Sanlúcar la Mayor, suponemos nosotros.

También es probable que le afectase un suceso de 1225, pues se recuerda que «El señor de Baeza quedó entonces dueño de su ciudad; nadie se atrevió a intentar nada contra él, y acabó por apoderarse de Córdoba, de Málaga y otras ciudades. Seguramente hubiera tomado el poder de al-Andalus, si la fortuna le hubiera sido favorable. En efecto, partió con una expedición y atacó a las gentes de Sevilla en el llano de al-Kasr (Aznalcázar) en el año 622 (1225): mató alrededor de dos mil, pero fue derrotado y hubo de batirse en retirada». Una fuente de autor desconocido, cuando ya esta parte de Al-Andalus era cristiana, al describir el territorio de Niebla, indica que «Entre sus ciudades se cuenta Aznalcázar, que se halla a orillas del rió Nabra», es decir, el Guadiamar.

Los cristianos tomaron la fortificación como consecuencia del cerco y entrega de Sevilla en 1248, de manera que en 1252 el Repartimiento del territorio de la capital registra que fue entregada «Heznalcaçar», «Haznalcaçar» o  «Fernalcazar» al Cillero Real, concretándose el 5 de agosto que una parte de sus rentas pasaran a manos eclesiásticas «Et do otrossí a la Eglesia de Seuilla en heredamiento mill morauedís de renta en término de Heznalcáçar, et mill morauedís de renta en término de Solúcar, et mill morauedís de renta en término de Teiada, que los aya siempre por iuro de heredat».

El castillo existía en el siglo XIV como recuerdo de la etapa de máxima actividad bélica de la zona, que fue los años de los siglo XII y XIII reseñados ya que en 1318 se acordo «otrosí uos damos dos pares de casas, que nos auemos en el castiello de Haznalcáçar, que se tienen las vnas casas con lo del Serrano e con lo de donna Hurraca e con las calles; et las otras casas se tienen en linde / con casas de los fijos de don Johan Mathe e con lo de Andrés Pérez de Mures e con las calles», que presenta un conjunto urbano no muy distinto de lo que acreditan documentos posteriores; y unos años después, en 1386, no solo era una referencia urbana, sino que se hicieron obras «Mandamiento de Sevilla para que se recibiesen en cuenta a Pedro Jiménez, como pagados, 500 mrs. que Andrés Jiménez, arrendador del dinero de la carne de Aznalcázar, dio para las obras del Castillo de dicho lugar, y asimismo los 745 mrs. que Juan Sánchez, escribano público de Aznalcázar, recibió también del citado Andrés Jiménez para las mismas obras». En 1420 la población era la cabecera de una de las vicarías en que estaba organizado el arzobispado hispalense, perteneciente a la comarca de la «tierra Gallega».

Todos estos antecedentes nos dicen que al llegar los almohades la población estaba fortificada, y así siguió durante el resto de la edad media. Hay un detalle que sugiere que la puerta ya formaba parte del conjunto militar en la primera partes del XII, en época almorávide, pues el proceso de fortificación de Al-Andalus empezó por la mejora de las cercas urbanas a partir de la terrible incursión de Alfonso I de Aragón por todo el valle del Guadalquivir y Granada, concretamente en 1126, y sólo fue la primera de muchas similares.

Por su tipología y la semejanza con otras puertas del periodo almohade podemos  atribuir ésta a la misma época pues sus paralelos más inmediatos son las puertas del Buey o del Embarcadero de la ciudad de Niebla, en donde el espacio interno está cubierto con bóvedas vaídas y la escalera de acceso a la terraza se aloja en ese lugar, aunque también existen ejemplos con patio descubierto como la puerta de Córdoba en Sevilla o la de Morón en Marchena, por poner solo algunos casos.

Hemos mencionado un detalle, los arcos de ladrillo con clave de piedra que tiene antecedentes llamativos, abogando, junto con el dato de 1147, por una fecha anterior, tal vez época almorávide, por la necesidad de defender este acceso al Aljarafe ante las presión de los portugueses desde que los africanos fracasaron en la toma de Coimbra en 1117; el uso de dovelas alternantes de ladrillo y piedra es un rasgo del emirato omeya suficientemente conocido, con valores estéticos pero sobre todo constructivos; un caso interesante es el del alminar de San Juan de los Caballeros de Córdoba, que se data entre los años 852 y 937, aparece en tres mezquitas viejas, como en tres de las cuatro arquerías de la mezquita de Almonaster (Huelva) fechada en los primeros decenios del siglo X, la arquería de la mezquita que subsiste en la iglesia de San Salvador en Toledo, que debe ser anterior al año 1041, en varios arcos de la mezquita de Niebla, cuyas parte más antiguas pueden ser del siglo XI o anterior, la puerta de Córdoba de Sevilla, que se tiene por almorávide, en dos dinteles almohades de Sevilla (en la puerta de la Alianza, que fue derribado en fecha reciente y en la primera cámara de la Giralda).

Antonio Almagro y Alfonso Jiménez

 


Bibliografía:
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