Castillo de Aroche

Población: Aroche
Provincia: Huelva
País: España
Coordenadas geográficas: 37.945952 / -6.954727
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: 389


La población de Aroche ocupa un cerro de las estribaciones occidentales de la sierra del norte de la provincia de Huelva, a poco más de dos kilómetros de las orillas del Chanza, afluente del Guadiana por la izquierda; queda a 25 km de la raya de Portugal. Su inmediatez a la llanura ha potenciado el lugar como lugar de defensa, modesto pero suficiente y continuado.

Su historia comienza en época clásica, pues entre Arcohe y el Chanza se interponen las ruinas de una importante ciudad romana identificada con Turóbriga, interpretando la lista de Plinio «praeter haec in Celtica Acinippo, Arunda, Arunci, Turobriga, Lastigi, Salpesa, Saepone, Serippo», en la que, rompiendo el orden alfabético,  sigue a la que se tiene por antecedente de Aroche, Arunci. La ciudad romana, nacida en época augustea, parece que empezó su declive en época de los severos. Los itinerarios, por el contrario, demuestran la vitalidad de Arunci/Arucci/Aruci, pero no la de Turóbriga, cuyos testimonios son arqueológicos. Por lo tanto, una conservó el nombre y otra las ruinas, sugiriendo que sufrió un proceso de encastillamiento.

La historia concreta de la zona se reanuda ya en época musulmana, pues a partir del año 833, Aroche (Arūš/Arūša/Arawš/Arūn/Awrūš en los textos), como tantas localidades y territorios de Al-Andalus, no estuvo sometida al poder de Córdoba, ni militar ni fiscal; en el año 915 consta su sometimiento a la autoridad omeya, documentándose su adscripción territorial, sus vías de acceso, la existencia de algunos personajes de relieve y poco más, es decir, lo que cabría esperar de una población fortificada andalusí de tamaño medio o pequeño, lejana heredera de un municipio romano, más relacionada con la zona del Guadiana que con el valle del Guadalquivir.

La orientación de Aroche cambia en la segunda mitad del XIII, pues la documentación explica que desde 1253 Castilla la consideró parte del reino de Sevilla, mientras que en 1255 mencionaban los portugueses que eran ellos quienes se la habían arrebatado a los “sarracenos”; en 1261 ya formaba parte de la diócesis sevillana y en 1266 se delimitó su término con Aracena. Desde 1275 Aroche, como última fortificación sevillana, ha estado en conflicto con sus vecinos portugueses hasta bien entrado el siglo XIX.

Awrūš, en su última etapa andalusí, poseía un sencillo recinto de tapia de tierra de unos 2.160 m2, cuya planta figura un trapecio rectángulo con los vértices orientados a los puntos cardinales; tiene una torre en cada esquina y otras seis intercaladas: en el lado noreste vemos dos, una en el noroeste tres en el suroeste y ninguna en el sureste, aunque probablemente existió una en este lado; las torres y muros montan sobre zócalos y relejes irregulares, a veces escalonados, casi siempre de mampostería con ladrillo, rematando todas a la altura del adarve, excepto la torre de la esquina de levante, que posee una cámara, con bóveda de cañón, que fue apuntado, y tres saeteras muy abocinadas; en el rincón sureste aparece un espacio abovedado en cañón, de 3,78 m de luz por 7,73 de longitud máxima, que por su aparejo, ubicación y contexto parece postmedieval; en el resto del espacio intramuros, colmatado por la plaza de toros, terminada en 1802, y un jardín moderno, no se aprecia nada anterior al siglo XIX, ni siquiera el aljibe que poseyó.

La puerta más antigua mira hacia el suroeste y se denomina “de la Reina Mora”; es de acceso frontal, entre dos torres algo separadas, con arco enjarjado de herradura túmida, de ladrillo y con alfiz, tras el que aparece el espacio para las hojas de la puerta, que quedaban entabladas sobre las mochetas rectas, apareciendo al fondo un segundo arco similar, sin alfiz, que abría al recinto interior; el espacio para las hojas de la puerta, que conservaba sus ranguas originales formadas por piezas romanas, se cubre con una bóveda de cañón sin impostas; la luz mínima de este conjunto es 1,94 m y el espesor 2,00 m. La parte mejor conocida del edificio musulmán es la que empieza en la puerta vieja para ir avanzando, en sentido horario, hasta cubrir dos terceras partes del lado noreste; el resto, desde la puerta moderna, ubicada al este, hasta la antigua es lo que peor se conserva.

Lo más llamativo son sus contradictorios rasgos, ya sean las tapias, las pocas originales que se aprecian entre reparaciones y restauraciones, que están cuidadosamente encintadas, como suelen ser las almohades, el arco de herradura túmida con alfiz de la puerta vieja y, además, la ausencia de elementos avanzados, tales como torres albarranas y cámaras en las torres, pues la única conocida es gótica; todo ello apunta al siglo XII, concretamente la segunda mitad, según una investigación arqueológica realizada en 2003.

La documentación de comienzos del siglo XV da noticias, además, de los muros de la villa, como algo distinto al castillo, es decir, que existía un recinto más amplio, que seguramente lo rodeaba, englobando la iglesia parroquial, y las casas principales; sin embargo, el trazado que podemos reconocer en la población actual es muchísimo mayor, por lo que, a tenor de sus formas arquitectónicas y un plano del siglo XVIII, concretamente de 1735, se supone que estamos ante una fortificación artillera vinculada al proceso de independencia de Portugal del siglo XVII, aunque no sería raro que este hubiese aprovechado partes o trazas del amurallamiento medieval.

La fábrica del edificio muestra una notable tendencia a desmoronarse por lo que las obras de restauración son continuas, como sucede en 2003, por lo que en poco tiempo resultará difícil detectar parte originales, o por lo menos antiguas. A base de derribos se va consiguiendo tener una modesta y accidentada vía pública al pie de los muros, ajardinada.

 

Álvaro y Alfonso Jiménez.


Bibliografía:
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