A pesar de formar parte de un grupo de edificios más modestos, la rábita del Alcázar Genil, posterior ermita de San Sebastián, es un ejemplo especialmente importante para conocer la arquitectura almohade en la península ibérica. De hecho, es el único caso de rábita que aparece recogida en las fuentes escritas y que ha sobrevivido prácticamente integra, a lo que debe sumarse su antigüedad, que se remonta hasta comienzos del siglo XIII. No obstante, sus funciones todavía están sujetas a suposición mientras no se conozcan mejor las transformaciones del edificio y el uso del subsuelo interior y adyacente.
Situada en la margen izquierda del río Genil, se encontraba originalmente junto a la ribera del río y formaba parte de un conjunto de construcciones significativas que fueron emprendidas durante el periodo almohade. Aunque no existe una certeza absoluta sobre ello, la crónica Al-Ḥulal al-mawšiyya, parece mencionar el edificio al transmitir noticias sobre Isḥaq b. Yūsuf, hijo del califa Abū Yaʻqūb Yūsuf, y gobernador de Granada nombrado por el califa al-Mustanṣir (1213-1224). La vinculación espacial de la rábita con el palacio hace que se pueda considerar como un elemento más de los que componían la almunia allí implantada y, por tanto, formaría parte del escenario representativo almohade en la ciudad.
"Su padre, al-Sayyid Isḥāq b. Yūsuf, es quien construyó el Qaṣr al-Sayyid, que es el gran palacio que se encuentra junto al río Genil y que recibe el nombre de al-Qaṣr, fuera de Granada. Él es quien construyó la rābiṭa que se encuentra en frente [del palacio] en el año 615H (1218-1219)"
Se trata de un edificio sencillo que acoge en su interior una estancia única de planta cuadrada de 8,20 m de lado, oscilando el espesor de sus muros entre 0,80 y 0,95 m. Para su construcción se pudieron emplear muros de tapia reservando el ladrillo para los elementos más laboriosos como vanos y techado. Con respecto a su acceso actual, en el frente suroeste, parece que se trata de un vano original y está construido a partir de un arco de herradura apuntado con mochetas en las jambas. Su rosca de ladrillo queda inscrita en un alfiz y no está enjarjada. Además, en el frente sureste se halla un nicho ciego que pudo estar construido con una fábrica de ladrillo semejante al de la puerta.
Sin embargo, la sencillez de esta planta contrasta con la cúpula que cubre el espacio. Esta fue erigida sobre una base poligonal de 16 lados conformada por una nacela perimetral que, además, determina la morfología de la cúpula con el mismo número de facetas o cascos. Para el apoyo de la cúpula se emplearon cuatro trompas situadas en los ángulos de la sala y resueltas a partir de medias bóvedas de arista, una solución que se extiende durante el periodo almohade. En cuanto a la cúpula se construyó enteramente con ladrillo y en su intradós se aplicó una decoración en yeso que simula una bóveda nervada. Los nervios nacen de una estrella central situada en la clave, de modo que se entrelazan de manera equidistante para descender hasta el guardapolvo de la nacela. Es preciso destacar que la cota a la que se sitúa el arranque de la cúpula, inferior a 4 m, produce un efecto que incrementa la percepción de su dimensión y le confiere una mayor monumentalidad al espacio.
Con todo, la prolongada historia del edificio y su posterior adaptación como ermita cristiana debieron motivar algunas modificaciones, como por ejemplo la aparición o desaparición de vanos. Así, en el muro septentrional un vano comunica con la sacristía y en el frente occidental se practicaron tres nichos semicirculares para el retablo. No obstante, la ausencia de un estudio paramental detallado sigue planteando aun muchas preguntas en torno a este edificio que, de conocerse, podrían esclarecer sus características espaciales e incluso podrían arrojar luz sobre sus funciones.
Por un lado, una de las cuestiones es precisamente su composición externa, ya que algunos estudiosos han planteado que el extradós de la cúpula podría haber sido visible. Esta suposición se apoya, por un lado, en la representación de la batalla de la Higueruela en El Escorial, aunque no está claro que se trate de este edificio, mientras que, por otro lado, los muros que sostienen el tejado han sido rehechos, lo que podría haberse repetido en varias ocasiones. Sin embargo, dada la climatología local es posible que siempre haya estado cubierta con un tejado protector. Otro aspecto que genera incertidumbre es el número de aperturas en sus muros, ya que desconocemos si se trataba de un edificio totalmente abierto por medio de un vano en cada lado, o si se trataba de un solo acceso y, quizás, un mihrab. Precisamente, el muro sureste en el que se halla el nicho cegado está orientado de manera semejante al muro de quibla de varios oratorios y mezquitas andalusíes de los siglos XII-XIII.
Íñigo Almela