En el llamado Campo Santo de los Mártires de Córdoba, un espacio urbano ubicado dentro del área que ocupó el antiguo alcázar califal, existe un conjunto de estructuras situadas a una cota muy inferior al suelo actual de las calles, y que son restos de construcciones medievales. Estos restos fueron localizados inicialmente y excavados en 1903 por Rafael Ramírez de Arellano, pese a lo cual volvieron a ser enterrados poco después. Entre 1961 y 1964 fueron de nuevo exhumados por parte de Manuel Ocaña y Manuel Salcines con la intervención del arquitecto Felix Hernández, quedando a la intemperie pese a distintos intentos de restauración y cubrición hasta el año 2000 en que se acometió su restauración definitiva. En ellos se ha identificado con claridad un ḥammām de época califal del que subsiste su estructura completa con todos sus espacios y el salón principal o maŷlis de un conjunto residencial que incluía un pórtico también excavado y un patio en su lado sur, seguramente ajardinado, que se mantiene enterrado. El salón contaba con dos alcobas en sus extremos. Este conjunto se ha datado en el siglo XI en base a los restos de decoración encontrados, aunque su forma es la típica de los salones residenciales construidos en al-Andalus desde el siglo anterior. Aunque no hay una clara comunicación entre el ḥammām y el maŷlis, su contigüidad y la realidad de otros casos semejantes, permite pensar que ambas estructuras estuvieron relacionadas y pertenecieron sin duda a un mismo complejo residencial palatino. Todas estas estructuras, que estaban integradas en el alcázar califal, fueron colmatadas a comienzos del siglo XIV cuando Alfonso XI intervino en el cercano recinto que hoy se conoce como “Alcázar de los Reyes Cristianos”. El nivel del suelo se recreció en varios metros dando lugar al llamado “Campillo del Rey”, que hoy se conoce como Campo Santo de los Mártires.
En el lado más occidental de este conjunto arqueológico existe otra serie de estructuras que se identifican como integrantes de otro ḥammām, cuya datación, más incierta, se supone almohade. El problema de todo este conjunto es que las distintas campañas de excavación en él realizadas nunca han sido adecuadamente publicadas y, además, también ha sido objeto de distintas intervenciones de restauración de las que apenas hay información, lo que genera muchas incertidumbres sobre la forma real que pudieron tener estas estructuras y sobre sus fases constructivas. De las últimas actuaciones arqueológicas realizadas en 1993-4 y en 2000-2 se han publicado breves memorias sin apenas información arqueológica y con una interpretación de la disposición original de este último baño que a nuestro entender resulta inasumible por las incoherencias que plantea.
El baño califal tiene una organización funcional y espacial totalmente normal para este tipo de edificios. La disposición es lineal, sucediéndose la entrada, la sala de reposo/vestuario (dar al-maslaj), la sala fría (bayt al-barid), la sala templada (bayt al-wastani), la sala caliente (bayt al-sajun) y la sala de servicio del horno sin solución de continuidad. La interpretación que se ha hecho del baño almohade propone que la alhanía occidental del maŷlis se había ampliado convitiéndose en la sala de reposo/vestuario del baño. En su lado occidental estaría la sala fría con una supuesta fuente en el centro de un espacio rehundido. De los pequeños cubículos que rodean esta sala, al menos el del lado norte sería una letrina. Una puerta que fue reabierta en la última intervención de restauración en el muro norte de la sala de reposo/vestuario conduciría a la sala templada, espacio cubierto por una bóveda de cañón con lucernas. Esta sala tendría otra sala complementaria en su lado occidental, cubierta con bóveda de arista, la cual presenta dos puertas que comunican con otro espacio más al oeste que se interpreta como un patio ya que no conserva cubrición. Al norte de las dos supuestas salas templadas hay otra sala alargada cubierta con bóveda de cañón con lucernas y que presenta restos de arcos que delimitaban sendas alhanías en sus dos extremos, y que se interpreta como la sala caliente. Esta sala tiene en el lado oriental un nicho que albergaba una pileta y en el frente corto de ese mismo lado hay un hueco irregular que comunica con la sala del horno del baño califal y en donde se supone estaba también la caldera de este baño. En la pared norte de esta sala hay un arco que comunica con otro espacio que carece de cubrición y del que nada dicen quienes han escrito de este tema. Esta interpretación adolece a nuestro entender de una serie de incoherencias y disfunciones que la hacen inasumible. La disposición propuesta no tiene la estructura lineal continua presente en absolutamente todos los baños musulmanes medievales y que acabamos de describir en el baño califal. La sala fría y la templada quedarían separadas por la sala de reposo, algo fuera de toda lógica. También resulta ilógica la supuesta existencia de dos salas templadas, una de ellas con comunicación directa con un supuesto patio; una sala que debe mantener una temperatura elevada no puede tener una comunicación directa con un espacio abierto. Nada se dice del espacio al norte de la sala caliente. Parte de las inconsistencias de esta hipótesis parten de considerar que la falta de cubrición abovedada en un espacio del baño supone que también careció de cualquier otro sistema de cubrición, cuando las únicas salas que siempre están abovedadas son las consideradas salas húmedas (fría, templada y caliente). Las salas de reposo suelen tener cubierta con estructura de madera y las de servicio del horno también pueden recurrir a esta misma solución.
Nuestra interpretación es la siguiente. El baño califal no presenta mayor problema y como ya hemos dicho, debió estar vinculado al salón residencial y de recepciones. El estrecho corredor que los separa no es una comunicación para el abastecimiento del horno sino un sistema de aislamiento para evitar que el calor y la humedad de las salas del baño se pueda transmitir al salón, algo que sería extremadamente incómodo, sobre todo en verano. La alcoba occidental del maŷlis debió mantener su función tras la reforma almohade que al tiempo que la ampliaba de tamaño, añadió un patio con letrinas para el servicio del espacio protocolario. Es esta una solución absolutamente normal y presente en otras estructuras residenciales palatinas andalusíes. Hay letrinas accesibles a través de patios en los grandes espacios de recepción de Madinat al-Zahra: el Maŷlis al-Šarqi o salón de Abd al-Rahman III, la Dar al-Ŷund y el Patio de los Pilares. También en la Sala de la Barca del palacio de Comares de la Alhambra hay una letrina con acceso directo desde su alhanía occidental. La prueba de que se trata de un patio, por otro lado solución muy conveniente para garantizar una buena ventilación de las letrinas, es la presencia de un andén perimetral marcado por un ligero escalón. A nuestro entender, estas letrinas nada tenían que ver con el ḥammām contiguo. La puerta reabierta en la intervención de los años 2000-2002 que comunica la alhanía del salón con la sala templada pudo responder a funciones anteriores a la construcción del baño y su tapiado ser consecuencia de esta construcción.
El ḥammām de época almohade debió tener acceso por el lado occidental. El espacio que hay al oeste de las salas caliente y templada, tiene en su parte norte otro espacio satélite, marcado por dos pilastras, a modo de alhanía que responde perfectamente a un espacio de reposo para la sala de tal función. No se trataría por tanto de un patio sino de una sala cubierta con estructura de madera como suele ser habitual en las zonas no húmedas de un baño. El acceso al baño y a esta sala estaría en su lado oeste, en donde el muro actual parece estar totalmente reconstruido, sin que aparentemente se haya hecho un análisis de sus arranques; ninguno de los dibujos de planta publicados recientemente llega ni siquiera a representarlo. En la parte sur de la sala hay una puerta que comunica con un reducido cubículo que pudo ser una letrina, contigua a la que mencionamos perteneciente al maŷlis, con la que pudo compartir desagüe. La sala inmediata, cubierta con bóveda de arista y que conserva su pavimento de mármol sería la sala fría. La contigua por el este, cubierta con bóveda de cañón con lucernas, sería la templada y la situada al norte de ambas la caliente. Esta última contaba con dos alhanías determinadas por dobles arcos con columna central, una pileta de agua caliente en el lado noreste y un arco en su frente norte que estaría cerrado con un tabique, como es habitual en estas estructuras, que permitía el paso del calor generado en el horno que estaba situado en la zona inmediata de ese lado. Dicho ámbito tiene un acceso desde el corredor de entrada al espacio del horno del baño califal, lo que quiere decir que ambos baños compartían el acceso de servicio para el suministro de combustible, pero no los hornos ni sus respectivos espacios destinados a su mantenimiento. El baño así considerado tiene una organización de los espacios en ángulo, a diferencia del baño califal que adopta una disposición lineal rectilínea. La disposición en ángulo en la que el giro se hace generalmente en la sala templada, suele ser bastante habitual en los baños del siglo XII pues permite una conformación más compacta del baño, mucho más eficiente para conservar el calor y más adaptable a espacios reducidos.
Todo esto nos lleva a plantear otra cuestión importante y es la de si ambos ḥammām-s llegaron a funcionar simultáneamente o si el almohade vino a sustituir al califal. Carecemos de información detallada de las razones en las que se basan los últimos excavadores de este conjunto para sugerir que el baño califal dejó de funcionar en el siglo XII. Desde un análisis lógico de las estructuras, de su tipología y de su posible funcionamiento, creemos que ambos conjuntos pudieron funcionar y seguramente funcionaron de modo simultáneo. Desde un punto de vista funcional vemos que no existe ningún inconveniente para ello; comparten el acceso de servicio, pero no las entradas principales que se sitúan en lugares opuestos; ambos mantienen todos sus espacios completos, aunque sin duda más lujosos y amplios en el califal.
¿Pero, qué razón pudo haber para duplicar este servicio? Creemos que la razón es clara. Los baños musulmanes, especialmente los públicos, son utilizados por personas de ambos sexos en momentos distintos, alternando, bien en distintas horas o en distintos días, el uso por hombres y por mujeres. Pero esta forma de uso puede crear problemas, sobre todo si el baño está ligado a un espacio protocolario usado para recepciones y reuniones, generalmente con presencia mayoritariamente masculina. Esta relación de salón de recepciones-baño es habitual en la arquitectura áulica musulmana y fue sin duda un modo de poner de manifiesto el status de los usuarios que aprovechaban estos recursos para agasajar a súbditos o visitantes ilustres, habida cuenta de que el uso del baño no responde solo a una necesidad ritual de purificación por razones religiosas, sino que supone un acto social de relación entre las personas. Desde los palacios omeyas de oriente, los llamados alcázares del desierto, al Maŷlis al-Šarqi de Madinat al-Zahra’, o a la qubba y baño de Comares de la Alhambra, la presencia de salón de recepciones y baño contiguo es una constante. Pero el uso del baño por las mujeres, aunque fuera en horas o días distintos, en un lugar inmediato a un salón protocolario generaría interferencias que pudieron ser la causa de que se decidiría duplicar este recurso socio-sanitario y construir un baño para las mujeres contiguo, pero con accesos alejados uno del otro. Estos procesos de duplicación tampoco resultan extraños. En el baño del conjunto socio-religioso saʿdí de Bab Dukkala, en Marrakech, el baño ha sido dividido en dos para uso independiente de hombres y mujeres, en una solución bastante torpe desde el punto de vista arquitectónico. En época otomana, por otro lado, es habitual construir dos baños gemelos para que se puedan usar simultáneamente por hombres y mujeres.
Como resumen, podemos suponer que, en época almohade, dentro del recinto del antiguo alcázar califal, había un salón de recepciones con un ḥammām a él vinculado y que para que su uso fuera exclusivo de los hombres que allí se reunían, se construyó otro baño con acceso independiente que permitía usar ambas instalaciones de manera simultánea.
Antonio Almagro