Como bien es sabido, la ciudad de Fez estuvo configurada durante los primeros siglos de su historia a partir de dos ciudades prácticamente autónomas y separadas por el cauce del río, siendo esta una condición que, a pesar de la reconocida unificación que las fuentes alegan para el periodo almohade, ha seguido manteniéndose hasta hoy como dos grandes sectores que engloban a su vez sus respectivos barrios. Además, en este aspecto, dicho carácter independiente nunca habría adquirido un matiz tan marcado si no hubiese sido por contar cada orilla con su propia mezquita aljama.
En el caso de la mezquita al-Andalusiyyīn o de los Andalusíes, se sabe gracias a las fuentes escritas que el edificio experimentó en el periodo almohade una importante remodelación que, en gran medida, le ha conferido su aspecto actual. Así, el califa Muḥammad al-Nāṣir ordenó entre los años 600 y 604H (1203/4-1207/8), además de la reforma del oratorio, la construcción de una fuente, una entrada para el oratorio de mujeres, una maṣriyya para el imán, una gran puerta escalonada, una fuente o pila junto a esta entrada y una sala de abluciones (dar al-wuḍūʾ). De todo ello, el conjunto formado por los elementos hidráulicos parece que constituyó una parte importante de la obra de al-Nāṣir y fue acompañada de una infraestructura de suministro hidráulico desde Bāb al-Ḥadīd. Asimismo, de forma complementaria, el sayyid Yaḥyà también emprendió una pila y un surtidor en el frente norte del patio. No obstante, este suministro sufrió una desarticulación al final del periodo almohade o principios del periodo meriní, quedando posiblemente la conducción cubierta de sedimentos e irreconocible, por lo que tuvo que ser restituida por el meriní Abū Ṯābit, quien trajo agua desde el arroyo Maṣmūda y posiblemente contribuyó en el año 707 H (1307-8) con la construcción de una de las fuentes que se hallan en el patio de la mezquita.
Por su parte, la crónica Al-Ḏaḫīra al-saniyya se refiere de forma concisa a la sala de abluciones y la fuente exterior, aunque aporta con convicción una datación para su construcción: “[en el año 604H (1207-8)] ordenó al-Nāṣir la construcción de la sala de abluciones (dar al-wuḍūʾ) y la fuente que hay frente a la mezquita de al-Andalus en la ciudad de Fez (…). Allí también abrió la gran puerta escalonada al norte del patio de la mezquita”. Sin embargo, no parece ni mucho menos que esta sala de abluciones fuese una de las primeras en construirse durante el periodo almohade, pues existe constancia de que para 1202-3 ya se había levantado un precedente al norte de la mezquita al-Qarawiyyīn. De hecho, aunque parece ser una obra cuya iniciativa no estuvo impulsada por el poder, sino desde la beneficencia de un particular, esta sala constituyó un referente notable para la mīḍāʾa de al-Andalusiyyīn, ya que al-Ǧaznāʾī, autor de Ǧanà Zahrat al-Ās, ya señala su semejanza, siendo esta una observación que aún hoy se percibe en las dos salas de abluciones de ambas mezquitas. En este sentido, dicha valoración refuerza que las dos mīḍāʾa-s conservadas correspondan con aquellas que las fuentes documentan como obras del periodo almohade.
La sala en cuestión se ubica al norte de la mezquita y queda separada de ella por medio del espacio público, concretamente la calle ascendente que de forma abocinada aumenta su anchura a medida que se aproxima a la puerta principal de la mezquita. Además, en este punto la esquina formada por la mezquita cuenta con una fuente (siqāya) frente a la mīḍāʾa y se deriva una calle menor que tiende a rodear la mezquita y estructurar las manzanas colindantes. Por consiguiente, tanto la fuente como la puerta de la mīḍāʾa se encuentran en una posición altamente transitada y visible, aunque a expensas de la puerta principal de la mezquita.
En cuanto al acceso de la mīḍāʾa, es reconocible gracias a un portal con un arco túmido y trasdosado por un arco lobulado de doble serie, si bien los detalles del entrelazado y del aparejo de ladrillo han quedado ocultos por un enfoscado liso. Además, siguiendo la composición habitual, la portada cuenta con un alfiz, pilastras laterales (la derecha se muestra mutilada) y un tejadillo superior. En primer lugar, este portal da paso a un vestíbulo exterior de planta trapezoidal en el que se produce el abatimiento de las dos hojas de la puerta y, a continuación, siguiendo un eje ligeramente quebrado, se ingresa en un segundo vestíbulo ceñido entre dos vanos adintelados que permite alcanzar finalmente el interior de la sala. Con respecto al primer vestíbulo, resultaría conveniente analizar su origen, pues es posible que no fuese proyectado en el fundacional de la sala de abluciones, sino posteriormente. En este sentido, el hecho de la duplicidad espacial del vestíbulo, sumada a las discordancias compositivas, sugiere la posibilidad de que el módulo exterior fuese añadido ante la proliferación de tiendas y estructuras en la alineación de la calle.
En líneas generales, el edificio consiste en un atrio central de planta rectangular de 9 x 5,60 m en torno al cual se disponen cuatro crujías que acomodan en su interior las cabinas o letrinas (bayt). En total se reconocen 17 cabinas que junto con el vestíbulo están repartidas de forma simétrica. De este modo, se hallan cuatro vanos en los frentes menores y cinco en los mayores. Sin embargo, estas crujías circundantes no presentan una regularidad absoluta, pues en tres de los frentes los muros exteriores no son paralelos al atrio rectangular, lo que confiere en algunos casos cabinas trapezoidales. En cuanto a las cabinas, están abovedadas con roscas paralelas a los muros del atrio y sus claves alcanzan 4,60 m de altura, en tanto que hacia el atrio cada una presenta una puerta y una ventana superior. Las puertas cuentan con una luz estrecha (0,65 m) y un arco túmido decorativo que está realizado con yeso, ocultando así el dintel de madera. Por su parte, las ventanas son ligeramente más amplias y están resueltas con arcos de medio punto más sólidos.
En lo que respecta al atrio, goza de una mayor altura que le confiere una gran amplitud espacial, aspecto que se enriquece con la apertura de ventanas adinteladas superiores que garantizan la iluminación y ventilación del edificio. Se trata de tres vanos en los lados menores y cinco en los lados mayores, si bien en el lado sureste estos han sido cegados probablemente por el crecimiento en altura de los edificios adyacentes, mientras que en el lado suroeste cuentan con un tacón de fábrica retranqueado que, seguramente, se construyó en algún momento ante la mayor altura de la azotea colindante y para evitar así un conflicto con la evacuación pluvial. Según Terrasse, quien dio a conocer esta mīḍāʾa por primera vez, pero nunca abordó su documentación con detalle, apunta que existían restos de yeserías en los arcos y, de hecho, la fotografía que publicó muestra arquillos de yeso de poco espesor en estas ventanas superiores.
Ahora bien, los muros que conforman el atrio alcanzan en sus lados mayores 7,15 m de altura, nivel al que se encuentra una nacela perimetral por los cuatro lados. Si se compara con la arquitectura del periodo, esta dimensión resulta en cierto modo significativa a nivel estructural, especialmente si el atrio está, además, cubierto con una gran armadura. Por este motivo, al nivel de las ventanas superiores se puede observar la presencia de muros transversales que atraviesan las crujías circundantes a modo de contrafuertes y aumentan así la estabilidad de la gran linterna. Asimismo, además de las anteriores ventanas, se hallan dos ventanas adicionales situadas respectivamente en la parte superior de los muretes que cierran los lados menores bajo el almizate.
En cuanto a la armadura que cubre el atrio, esta consiste en una obra de par y nudillo con alicer, alfardones y menados muy sencillos y, además, cuenta con cuatro tirantes de sección gruesa dispuestos sobre parejas de canes con cabeza circular. Finalmente, el almizate de la armadura cuenta en sus tres calles centrales con un cupulín de mocárabes sobre una base octogonal. Sin embargo, resulta llamativo que, aunque los tirantes se distribuyen de forma regular, uno de ellos se halla yuxtapuesto al muro noroeste de forma asimétrica, aspecto que se suma a las sospechas de que esta cubierta no sea original y responda a una reforma. De hecho, también se reconoce la presencia de un alicer labrado con series de arcos en el lado sureste, siendo este el único costado que lo ha conservado.
Por último, y consecuentemente con su función principal, este edificio no puede carecer de servicio para abluciones menores. De este modo, el centro del atrio está ocupado por una gran pila (bīla) rectangular construida con piedra roja de Sefrou. La pila central, que almacena el agua limpia, presenta un borde curvo sobre sus paredes interiores y sus muretes son recorridos exteriormente por un canal de sección rectangular al que se vierten, durante la ablución, las aguas utilizadas. Finalmente, este canal queda a su vez rodeado por un borde de piedra roja ligeramente sobresaliente con respecto al nivel del suelo, aunque originalmente el pavimento circundante quedaría aún más bajo, como se puede ver en fotografías antiguas.
Iñigo Almela