Del ribat de Tīṭ-n-Fṭar, bien conocido en la historia del Marruecos medieval, se conservan restos significativos en lo que hoy es el pequeño núcleo urbano de Mulay Abdallah, situado en la costa atlántica de Marruecos, a unos 10 kilómetros al sur de Al-Yadida, el puerto y ciudad que los portugueses llamaron Mazagán durante el periodo en que lo ocuparon. Este ribat fue fundado por la familia de los Amghāriyīn o Banū Amgār, conocida por los santos y hombres religiosos que a ella pertenecieron y que hicieron de este lugar un foco de difusión del misticismo y del sufismo por todo el Magreb al-Aqsa a partir de los siglos XI y XII.
Durante este periodo, y al parecer por iniciativa de este grupo familiar y religioso, se levantaron en este lugar importantes construcciones de las que quedan restos de envergadura, entre los que cabe citar dos alminares y las murallas del recinto que incluyen cuatro puertas. Este conjunto fue objeto de un primer estudio, bastante somero, realizado en los años 1920 por Henry Basset y Henry Terrase, pero hasta época muy reciente no ha llamado la atención de otros investigadores. Además, el conjunto de las murallas sufrió una fuerte intervención de restauración en la década de 1970, de la que no existe documentación conocida, y que alteró fuertemente sus estructuras dejando muchas incertidumbres sobre su forma original y su interpretación. Parece que la muralla original era de tapia con elementos de cantería en las puertas, y con algunas torres a lo largo del perímetro. A esta estructura inicial se sumaron intervenciones posteriores de mampostería como serían algunas torres de planta semicircular en la zona sureste del recinto. La muralla fue forrada con piedra en la restauración. Con el tiempo ese forro se ha desprendido y arruinado en amplias zonas, lo que provoca una imagen de ruina aún más acentuada y en muchos sitios difícil de entender.
El recinto del ribat tiene la forma de entre un trapecio y una media luna, de las que su base mayor o diámetro, de aproximadamente 1 km de longitud, se adapta a la línea de la costa. De las cuatro puertas del recinto, dos se sitúan en los extremos de esa base, la Bab Yadida y la Bab Asfi, marcando una línea paralela a la costa. Las otras dos puertas ocupan los extremos de otra línea perpendicular a la anterior con una puerta hacia el mar y otra hacia tierra, la Bab al-Qabli, situada a unos 650 m de la anterior. De lo que pudieron ser estructuras originales de la construcción almohade de este recinto, lo único que permite una lectura e interpretación mínimas es esa última puerta abierta hacia el sureste, situada en la zona más prominente de la media luna que forma el recinto.
La Bab al-Qabli constituye una construcción rectangular que quizás contó con dos torres de flaqueo, pero que la restauración en ella realizada deja en total incertidumbre, ya que lo que parece ser parte de la torre meridional es actualmente una pared moderna muy delgada y con la cara externa de cantería construida con mortero de cemento. De la otra posible torre no queda vestigio alguno y, además, la restauración ha conformado en ese lado una esquina que no muestra ningún enlace o traba con otra construcción, ya fuera una torre o la muralla que debía acometer en ese punto al cuerpo de la puerta. Este presenta forma de prisma de planta rectangular de 9,50 x 7,50 m, con una altura en la actualidad de 4,50 m. La planta interior está compuesta por una sala cuadrada de 3,30 m de lado con sendos arcos en sus cuatro alzados y cubierta por una bóveda vaída. En la actualidad hay un gran hueco de forma circular en su clave que no debió existir en origen o que a lo sumo sería de dimensiones más reducidas. Los lados norte y este dan paso a las puertas que comunican con el interior y el exterior del recinto obligando a un acceso en recodo simple. En los otros dos lados se forman nichos, con mayor profundidad el del lado oeste, que servirían para acoger a la guardia. Cada una de las puertas está compuesta por dos arcos entre cuyas jambas quedaban alojadas las hojas de cierre de la puerta cuando esta estaba abierta. Este espacio entre los arcos se cubre con bóvedas de cañón de similar dirección. Los arcos tienen forma ligeramente apuntada y carecen de prolongación en herradura. En la jamba oeste de la puerta que da al interior del ribat se abre una puerta que da paso a la escalera que permitía ascender a la parte superior sin que sepamos si la construcción pudo tener una sala alta o si directamente se alcanzaría la terraza, en cuyo caso la muralla no debió tener mucha altura, apenas unos 5 o 6 m. Toda la estructura de la puerta es de cantería de piedra arenisca local de sedimentación marina, con sillares regulares de pequeño tamaño.
La puerta del lado sur del recinto, Bab Asfi, ha sufrido una restauración aún más profunda según puede apreciarse al observar la fotografía publicada por Basset y Terrasse. Conserva las dos torres de flanqueo, aunque sus remates almenados son a todas luces modernos. El arco tiene una burda forma de herradura apuntada con los salmeres volando respecto a las jambas que le restan todo valor de autenticidad. Apenas un trozo del muro junto a la jamba izquierda parece ser original. Tampoco es posible saber si era una puerta de acceso directo, como hoy aparece, o si pudo haber sido una construcción parecida a la Bab al-Qabli que ha perdido la zona interior con una sala y una segunda puerta de acceso al interior de la población formando ángulo recto con la exterior.
Antonio Almagro