En el solar del antiguo convento de la Encarnación, luego convertido en mercado de abastos y actualmente en plaza pública, se ha realizado una de las excavaciones arqueológicas urbanas de mayor extensión de las realizadas en la ciudad de Sevilla. Las evidencias constructivas islámicas más antiguas aparecidas en este lugar se datan en el siglo XI y representan el inicio de la urbanización efectiva de la zona en un entorno hasta entonces baldío. Se trata de indicios de una ocupación dispersa con un marcado carácter agrícola.
El periodo almohade marca el establecimiento de la consolidación como zona urbana propiamente dicha. Su característica primordial era la concentración abigarrada de diferentes casas adosadas en la zona nororiental del solar. La mitad oeste presentaba una menor densidad constructiva y quizás diferente funcionalidad.
Los edificios domésticos fueron identificados a partir de la detección de los patios centrales. Se trataba de casas de diferente modulación y superficie, constituidas por plantas sensiblemente rectangulares con orientación generalizada Norte-Sur. Se organizaban en torno a un patio con andenes en los cuatro lados, y un área central deprimida y ajardinada, con una alberca adelantada en uno de sus frentes cortos. En torno al mismo, se distribuían las diferentes estancias. La planta de las casas permite deducir que carecían de espacios abiertos para funciones de corral o establos.
La distribución de las casas y los espacios libres permiten interpretar la existencia de un acceso a un grupo de casas por un espacio abierto de sur a norte. Las casas del sector oriental debían estar relacionadas con otro espacio abierto similar que quedaría fuera del área excavada. De las viviendas investigadas, destaca por su buen estado de conservación, la denominada Casa de la Noria, caracterizada por un pequeño pozo con brocal para una noria de mano. En este edificio se pueden analizar las reformas llevadas a cabo en el propio patio ajardinado, según unas pautas documentadas en diferentes puntos de la ciudad. Básicamente, se trata de la construcción de parterres a ambos lados de la alberca y un andén central que dividía el jardín en dos mitades.
El extenso contexto ocupacional almohade en este solar ha permitido abordar el primer estudio específico de los jardines deprimidos que abarca los casos conocidos en la ciudad, y establece una tipología cuya validez va siendo confirmada con las nuevas evidencias descubiertas por toda la ciudad y su periferia.
Por último, la conquista castellana y consiguiente ocupación tuvo su plasmación en dos fenómenos contrarios. Por un lado, se constata como algunas casas fueron ocupadas y adaptadas paulatinamente. Esto se materializa en los patios deprimidos ajardinados, en los que se producen cambios en las albercas y el espacio cultivable se va reduciendo hasta ser finalmente pavimentado. De otro, se ha comprobado igualmente un abandono de la mayor parte de las casas almohades.
La mayor parte de estos restos han desaparecido al continuarse la excavación del solar hasta los niveles de ocupación romanos. Sólo se ha conservado la llamada casa de la Noria que puede visitarse junto con otros restos arqueológicos en el subsuelo de la plaza.
Alvaro Jiménez